31 de octubre de 2013

La tipografía y los tipógrafos

El alcaraván (Librería El Alcaraván)




EL ALCARAVÁN (LIBRERÍA EL ALCARAVÁN DE URUEÑA)







[La raposa]         ¡Juan Pin, alcaraván  comí!
[El alcaraván]         ¡A otro bobo, que no a mí!
(Cuento tradicional)



El alcaraván (Burhinus oedicnemus, que significa “tobillos abultados”) es un ave de pico amarillo y de grandes ojos, con carácter crepuscular y nocturno, de ruidosos y lastimeros cantos, lo que ha hecho que se le vincule a diferentes creencias ocultistas. 
Pero para mí es un pájaro cuyo su nombre me transporta a una infancia luminosa en la que se contaban las tretas que la zorra urdía en su antagonismo con el ave. 
Tal vez por esta asociación me es muy simpática la librería El Alcaraván, en la que sólo he estado una vez gracias a las bondades del amigo Simenon, que a veces se apiada de mi triste condición peatonal. Porque si quieres llegar a Urueña en bus (tren no hay), tienes que dormir dentro de la muralla y regresar al día siguiente: no, gracias. 
Creo que cuando hicimos la visita no compramos nada, pero el librero (de quien me han dicho que es, además, un buen bibliófilo) nos trató con mucha amabilidad, contestó con detalle nuestras ociosas preguntas y nos dejó hojear ejemplares a nuestro sabor. Allí vimos los esquivos libros de Melero en Xórdica, Olañetas incógnitos y diversa mercadería de gente afín al lugar (Joaquín Díaz, Luis Delgado Eduardo Paniagua, Amancio Prada,…).
El Alcaraván ya estaba en Urueña antes de ese proyecto ilusionante pero frustrado de la “Villa del Libro”, y espero que aún siga allí, cual dinosaurio monterrosiano, cuando nos despierten los últimos coletazos del invento.

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Gromov, un tanto sedado, nos envía hoy una entrada bestiaria à la Montaigne, de buena fe. 


Los bibliófilos y sus bibliotecas


30 de octubre de 2013

Sacrificio a Cloacina








"Hace falta un muchacho" de Arturo Cuyás. Libros&Libros, Otoño de 2013.



Lord Chesterfield, cortesano ingenioso, algo mordaz, a veces superficial fue, como padre, un tutor amoroso, un preceptor perseverante y un vigilante discreto. (Adolfo Castañón)




Colaboración del docto Spasavic


29 de octubre de 2013

Enciclopedia



ENCICLOPEDIA


Biblioteca de Nicolás Gómez Dávila. Guarda de Escolios a un texto implícito (Atalanta). Libros&Libros, Valladolid, Otoño de 2013




Esta conversación tuvo lugar en Cadórniga el pasado sábado cuando se cruzaron el Ilustrado, que volvía de la plaza cargado de garbanzos y alubias, con Gromov y Simenon, que se dirigían departiendo a la feria del libro viejo. Como les oí hablar de un tema que es de mi especial interés, puse la antena y recogí al vuelo sus palabras.

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Ilustrado [a Gromov]: Vaya,  ¿has comprado un tomo descabalado? Ya me fastidiaste. Yo quería comprar la obra completa, pero no nos pusimos de acuerdo…
Gromov: Tranquilo, ya vi que estuviste hojeando la Enciclopedia Jurídica, pero éste que llevo es un ejemplar de Las Mil y una Noches. Lo que pasa es que las dimensiones y encuadernación en rojo son muy parecidas. ¿Por cierto, como es que te interesan tanto las enciclopedias, sean de la fecha y el tema que sean?
Ilustrado [posando en el suelo las legumbres, que pesarán no menos de cinco quilos]: A ver, ¿sabéis que significa “enciclopedia”?
Gromov [titubeando]: No sé, una obra lo abarca todo…
Simenon [acariciando la pipa y exhumando tabaco]: En el prefacio de la famosa Enciclopedia de Diderot se hace un recorrido histórico de las dimensiones y alcance de este tipo de obras. Para Borges, gran amante de la Britannica, eran todo un género literario…
Ilustrado: Enciclopedia viene de “en kyclo paideia”, es decir, educación en círculo, panorámica. Antes, en las escuelas, los críos en vez de ir con estos aberrantes y cargados carritos de la compra, llevaban sólo su enciclopedia de Dalmau o de Álvarez, y allí estaba todo lo que necesitaban. Ésta también era la idea globalizadora de Universitas, el Tesoro de la Juventud y otras como la Enciclopedia Decimal Argos. Lo que me gusta de este tipo de obras, que han caído en desuso, es su propio concepto, y no me importa que sean de hace cuarenta o cien años.
Gromov: Pues a mí sí. De los artículos de la Wikipedia sólo me fio si no son de tema reciente, es decir si su contenido ya ha sedimentado, por decirlo así. Y las enciclopedias en CD-ROM, como la Micronet o la Encarta, las abomino, pues las de hace más de cinco años ya no las puedo visualizar en mi ordenador.
Simenon: Eso es por el tema de los formatos, pero tú coge una obra de hace doscientos años y, si está impresa sobre papel de trapo (y no en estos papeles ecológicos de ahora), la podrás leer como entonces. [Al ilustrado] Oye, tú que eres especialista conoces alguna edición moderna del Diccionario Crítico de Bayle? ¿Y de la Enciclopedia Metódica?
Ilustrado [quitándose las gafas y pellizcándose el entrecejo]: Creo que no han sido editadas en España, ni siquiera en facsímil. Las podrás consultar en buenas bibliotecas. En la de nuestra universidad tenemos…
Gromov [sin poderse contener]: Del Bayle hubo una antología hace unos años en Opera Mundi del Círculo. Y hay una editorial asturiana que ha sacado algo…
Simenon: Sí, KRK,  pero a cojón de pato el volumen, y no sé si tendrá continuidad. Tú [al ilustrado], ¿qué es lo último que has comprado?
Ilustrado: El Arte y el Hombre, de René Huyghé, en Planeta. Muy bueno.
Gromov: A mí lo que me gustaría pillar (a un precio razonable, claro) es El Universo de las Formas, de André Malraux, en Aguilar. Veintipico tomos.
Simenon: Pues mi santo grial son las Cartas Edificantes de los jesuitas expulsos, que eran la vanguardia literaria y científica de su época. Pero sólo he visto tomos sueltos.
Ilustrado: Eso es habitual. Yo he comprado media Enciclopedia Geográfica, exactamente los tomos de la M a la Z, divididos en la partija de los herederos, seguro. Y el Espasa, habiendo fallado mis tentativas de comprarlo entero, lo estoy adquiriendo por tomos sueltos; ya me faltan pocos…
Gromov [a Simenon]: Mira, seguro que éste también lleva una “lista de la compra” como la tuya… Bueno, tú [al ilustrado], nos vamos a la Feria.
Ilustrado: Es verdad… Yo todavía no he ido, pero es que estoy acostumbrado a una “economía de mercadillo” y mucho me temo que los precios de la feria estén a otro nivel.
Simenon [golpeando la pipa y recargándola]: Eso seguro, pero de momento por mirar no cobran, como hacen en las ferias de vinilo. Bueno, hasta mañana si no llueve.
Gromov: Venga, que te cunda.

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[Transcripción de Spasavic, emboscado tras el corrillo, mimetizado entre legajos]





Extravíos




El Rastro, otoño del 2013




Las malas lenguas



El Rastro, otoño del 2013






"No robarme que necesito el dinero".


Oído a una vendedora espontánea en el Rastro.



28 de octubre de 2013

Las malas palabras




Una temporada en el infierno


Las malas palabras


Librería Alcaná de Madrid, Otoño de 2013





En este interesante y ameno libro sobre las palabras prohibidas o silenciadas por sus connotaciones sexuales se afirma que la obscenidad es un género legítimo mientras que la pornografía es una de sus especies, y se sostiene el ser humano tiene derecho a pensar, sentir y expresar francamente sus emociones eróticas, a gozar lujuriosamente de la pasión amorosa, a evocar fielmente sus fantasías y recuerdos… Estas aseveraciones bastan para que su título quede recogido en nuestro particular  index librorum prohibitorum.
Parece ser que la motivación del autor fue su lectura de las procaces cartas de Voltaire a su sobrina, pero también se documentó con las de James Joyce a su novia Nora (que no tienen desperdicio), y con los exultantes exordios del guardabosque Mellors en torno al “sistema industrial” de lady Chatterley (cf. el correspondiente post infernal ultramarino). Además, el texto contiene diversas citas de Henry Miller, Sade, Diderot, Pierre Louys y el Salomón de El Cantar de los Cantares, entre otros.
La tesis de Ariel Arango se condensa en el siguiente párrafo:
A través de múltiples senderos las “malas palabras”, nos llevan a un mismo lugar: todas, sin excepción nos conducen a la infancia, reviviendo con intensidad el deseo incestuoso. Al pronunciarlas se rompe el tabú, se acepta el instinto y se asume con consciencia el complejo de Edipo: complejo nodular no sólo de la neurosis, sino también de muchas enfermedades orgánicas como el infarto, el asma, la úlcera, el reuma, la obesidad, las jaquecas, los vómitos, los antojos,…[sic]
 ¿Hace falta decir que el autor es psicoanalista (y argentino por más señas)? Le ha debido de ir bien con semejante teoría, pues ha ampliado este libro a una trilogía, aparece en videos de promoción en youtube y mantiene una completa web personal. Así mismo, la obra que comentamos ha dado lugar en Argentina a una producción teatral (a la que imagino como un monólogo al estilo de los de El Club de la Comedia).

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Colaboración de Charlus (sine ira et studio) y Jupien (con colmillo retorcido).




La ronda de los días (La educación sentimental)



El Rastro (cuando éramos hermosos y malditos)













[Ocramalliv & Vokislav]



Las pirañas (Viaje al fin de la noche)



Mercadillo de Burgos, in illo tempore.





[Larsen]





Club de lectura






27 de octubre de 2013

Proyecto de una toponimia



Mercadillo de Herradura, Valladolid, Otoño de 2013

Últimamente hay en nuestro biotopo virtual una auténtica fiebre por clasificar, encasillar, catalogar, tipificar,...
Una auténtica taxomanía ultramarina, vamos.


Proyecto de una toponimia de la busca

  • Librerías de lance, de viejo, anticuarias, de ocasión, de oferta,  de saldo, de libro usado, de segunda mano, al peso, sebos, alfarrabistas, bouquinistas,…
  • Liquidaciones, descatálogos,  almonedas,  anticuarios, baratillos, puestos ambulantes, tenderetes y casetas,…
  • Establecimientos (en su caso) de chamarileros, ecartoneros, ropavejeros, sederos, quincalleros,  buhoneros,…
  • Tiendas solidarias, charity shops, salven-los-niños,…
  • Encantes, rastros y mercadillos, mercados y rastrillos,…, 
  • Salones de grabados y papel antiguo, del coleccionismo, ferias de stock,…
  • Subastas, ventas públicas, expurgos, retos, traperos (de Emaús)  y remares,… 
  • Desencajonamientos, desembalajes,…
  • Ebahías, ibazares y portales,…
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[Gromov, poniendo orden al filo de la locura]



25 de octubre de 2013

Las malas compañías




El Rastro, otoño del 2013



Desde que internet ha entrado en la Nave, los libros ya no llegan a este abrevadero, y los cuatro madrugadores reniegan de su suerte. Miraba el Ilustrado unos volúmenes de enciclopedia mientras nos explicaba su pasión etimológica. Gromov escuchaba atentamente, tarea  dificil para el monologuista de la separatas, en las pausas, le enseñaba el eslavo las ilustraciones de Las mil y una noche y el despegable del Kamasutra.
De camino al Desguace, Tinofc iba mirando los contenedores por si algún lote de libros había sido víctima de algún desaprensivo. Solamente le faltaba la linterna de Diógenes.
En el Tendido, el Marchante discutía por el precio de un Áncora de salvación, porque  le parecía excesivo para un libro escrito por un hereje. Gracias a la malvada simpatía del chamarilero: "solamente por el entretenimiento que te va a dar y si no se lo tiras a la parienta" y a la mediación del Trapero cedió y soltó la pasta, renegando de toda la corte celestial.
Llegó Bombita, el soltero de oro, con la energía que da la empanada de Torre. Nos enseñó la radio que esta semana dejaría niquelada y repartió el aguinaldo: Los maquis (acartonados) para el Editor de Labici y La ciudad automática para Larsen (Cajetillatodocollection a domicilio). En un descuido del personal, el doctor Spasaviv empezó su disertación filológica apoyado en el Casares; nos amenazó con poner otra estante en el tienda ultramarina para llenarla de palabrejas latinas y griegas. Aunque ya va varios meses que está de okupa en este Rastro, sigue echando de menos el menú cervantino de los anticuarios del torreznillo. "Aquí, tu amigo el Apandador de escuelas, no necesitaría cortauñas", le dijo el Amanuense que se acercaba con su bolsa de productos de cosméticalé en una mano y en la otra, la libreta de saldos donde apuntaba el libro que le tenía que mandar a Bonilla, el primo del Polaco.
La mañana se alargaba hablando de los rastros de otras ciudades (Cuesta Moyano, Sant Antoni, Zaragoza, Valladolid...), pero los ultramarinos seguimos ahogándonos en esta charca.
En la farola de Corrientes, el Taxónomo nos presentó al librero de Páramo (Urueña) que, por sus movimientos oscilantes, (parecía  haber probado la pipa de kif del buhonero), perdía altura. En la otra acera, Frida, y un cansado Diego Rivera, explicaba a una infeliz su trayectoria artística:"Llevo veinte años con este puesto y de poner cafés no sabré, pero de lo mío sé un rato; No crea que todo lo que tengo lo he cogido en la basura como estos guirrios. No soy tonta y sé lo que vale un libro, por lo tanto no me lie señora y vuelva a misa".
Desde que Ocramalliv le pasó una bolsa de libros, el Ultraísta no ha vuelto a cruzar el Manzanal; (otro que se queda sin utilizar el bonofurgodesván). Empezaron Rico y Marías a mostrar la diferencia entre genio y talento, y el saltibanqui de Demóstenes, aprovechando la ausencia de la supervisora, asaltaba a las jóvenes muchachas para recitarlas su coplas gongorinas desde su almena derruida.
El joven emprendedor (antes empresario) se acercaba con su cuadrilla de subalternos haciendo el paseíllo. Ya no enseñaba alegremente su talón (ahora sin fondos), lo más que vimos, fue un pañuelo con su iniciales en la raída americana.
"Pan de Astorga, mucho en el papo y poco la andorga", estas palabras le soltó Gromov a Michi Chalequines que se descojonaba, a ritmo de rock and roll, de la erudición del taxónomo. Más tarde volvimos a ver al Ruso intentando traducir con Alexander Nevski los textos de unas postales que había comprado en el Delta.
"Cada pardal a su olivo", gritó bombita y echó a correr detras de Marconi. En las escaleras del Senado quedaron Tito Livio (Amanuense) y Suetonio (Spasavic) discutiendo entre coger la auriga o la cuadriga. El Editor de Labici nos recitó unos Epigramas de Marcial con la cadencia del forense: "Las cosas que hacen feliz, / amigo Marcial, la vida, / son: el caudal heredado, / no adquirido con fatiga; / tierra al cultivo no ingrata; / hogar con lumbre continua; / ningún pleito, poca corte; / la mente siempre tranquila; / sobradas fuerzas, salud; / prudencia, pero sencilla; / igualdad en los amigos; / mesa sin arte, exquisita; / noche libre de tristezas; / sin exceso en la bebida; / mujer casta, alegre, y sueño / que acorte la noche fría; / contentarse con su suerte, / sin aspirar a la dicha; / finalmente, no temer / ni anhelar el postrer día".
Las primeras gotas nos invitaron a despedirnos hasta el próximo domingo, una hora menos: la oscuridad segunda.










24 de octubre de 2013

El Toro



El toro  (Librería Tauro de León)



Taurus Lydiensis Hispanus



He de ser cruel para ser veraz.
(Shakespeare, Othello)

No vayas a Tauro si te gustan las librerías un poco caóticas, con un dedo de polvo y con lo que valen los libros aún en pesetas. Allí, todos están ordenadísimos y suelen estar retractilados (o, en su defecto, los más caros herméticamente forrados de acetato sellado con celo), de modo que están impolutos, pero te impiden ver su contenido. Y si, de casualidad, te encuentras un ejemplar interesante de hace quince o veinte años con su precio detenido, su amable dependienta te dice que esos dígitos son un código interno de la librería y mediante el ISBN te clava su precio actual en euros.
Si lo de hasta ahora fue malo,
lo peor queda por venir.
(Shakespeare, Othello)

La individua ésta es objeto de párrafo aparte. Cuando estás de miranda, jamás te da la luz, y tienes que amusgar los ojos y avizorar la vista en la penumbra si quieres pispar algo. Además, sientes su presencia ominosa mientras hojeas los libros, de forma que te sientes culpable por el hecho de compartir su mismo espacio. Pero no siempre es así: una vez me indicó expeditiva que abandonara el establecimiento (para cerrar un rato y poder salir ella a fumar un cigarro).
De ahora en adelante ya no hablaré más.
(Shakespeare, Othello)

Bien es verdad que se trata de una de las pocas librerías de fondo que quedan, al menos en León. Pero, nueve de cada diez veces, me paso allí horas de rebusca y salgo sin nada (ya conseguiré lo que me interesa en otro sitio). Por eso cuento con los dedos de una mano los libros comprados en Tauro y mis visitas a este acogedor espacio cultural se espacian cada vez más.

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[Segunda incursión en librerías bestiarias de Gromov, el bibliómano sociópata, aprovechando otro de sus intervalos de alta condicional. Nunca hubiésemos adivinado las asociaciones de su mente perturbada: nos confiesa que, en esta entrega ultrataurina, las citas del Othelo están traídas a cuento por la astada cornamenta que el celoso moro creía portar.]




Expurgos



El Rastro, otoño del 2013










Las malas lenguas



El Rastro, otoño del 2013





"La primera vez que vemos a Gromov agachado".



Oído en el Rastro a los Ultramarinos.




23 de octubre de 2013

Vendedores de libros en el Rastro V



El Rastro, otoño del 2013



 VENDEDORES DE LIBROS EN EL RASTRO
TIPOLOGÍA PSICOBIOLÓGICA



Puntiglioso. Se le reconoce al momento. Tiene los libros meticulosamente colocados, normalmente por tamaño. Tienes que pedirle el libro que te interesa, nunca trates de cogerlo sin su permiso salvo que te sobre una mano. Desistirás de pedírselo si ya se lo habías pedido el Domingo anterior, de lo contrario entenderás perfectamente el dicho ‘caradeperro’. No te quedarás pasmado viendo los libros sobre la mesa, auque no los toques. Es preferible dar varias vueltas, pero sin abusar. Por supuesto, si te ve con las manos sucias por haber estado revolviendo en alguna escombrera olvídate de acercarte al género. Los libros en rústica están metidos en bolsas de celofán crujiente. Le molesta si tratas de ojearlo, pero si pretendes hojearlo tienes que darle un anticipo porque tiene que quitarle el celofán. Jamás atiende a más de una persona a la vez. No regatea, es de piñón fijo.
Febril, ansioso y angustiado hasta que no se produce la venta. Si se produce oirás una bocanada de aire, de lo contrario un bufido. Sumo tacto para indicarle que en la portada hay caquitas de mosca, aunque sean de moscardón y negras negras, pregúntale –repito, sumo tacto- “qué son esas pintitas nacaradas” o algo parecido.
Con el tipo Puntiglioso tienes la garantía de la integridad de lo que adquieres.

Rencoroso. Con este ejemplar hay que recurrir a intermediarios. Sólo se le hace una adquisición en la vida. Es el que ya no quiere venderte nada porque el envidioso de turno le chivó que el ‘Pabellón de reposo’ que te vendió por 1 Euro era primera y estaba dedicado por Cela. No es raro el caso en el que el resentimiento abarca a todo el círculo de amistades del apestado con lo que éste ha de recurrir a algún espontáneo para que consiga esa pieza que ha visto y le quita el resuello.

Restitutor. Temibles. Carecen de psicomotricidad fina. Se caracterizan y alardean por re-encuadernar, embetunar, limpiar, pulir, abrillantar, encerar, dorar, fijar…en fin, por practicar las artes del libro como si tuvieran muñones en vez de manos. Los materiales de restauración  preferidos son cinta adhesiva, ‘Super Glue’, betún líquido y lija del 9, y como herramientas utilizan preferentemente la escofina, el martillo y los más desenfrenados el escoplo. La aparición del ‘cutter’ les simplificó mucho la vida, pero la exaltación máxima se produce cuando consiguen una guillotina. 
Que los márgenes son muy amplios, nada, qué desperdicio de papel, a guillotinar justito por encima de la primera línea; que el libro está intonso fácil arreglo, no necesita herramienta, vale con el canto de la mano; que el pergamino está separado del cuerpo, toma ‘Super Glue’, que el grabado tiene una rasgadura, manos a la obra con esta cinta adhesiva… toma restauraciones. 
Aciago día aquel que le hablé a Ridruejo de las bondades de la goma laca en algunas pieles. A los pocos días se me presenta con una primera de ‘Aromas de Leyenda’ rústica a la goma laca, casi me da algo.


Sísifo. Tipo obstinado, constante, tenaz, perseverante. Todos los Domingos, con frío, calor, lluvia, nieve, salga el sol por donde salga, acude puntual a la cita. Pacientemente coloca el tenderete y con pachorra va acoplando los libros, los mismos libros de siempre, en los mismos lugares de siempre. Nunca hay novedades. A diferencia de otros libros invendibles, estos no acumulan polvo. Muy de cuando en cuando colocan como novedad en el extremo de la mesa más alejada del público, una caja de zapatos con plumas estilográficas, escapularios y dedales (estos son en los que me he fijado yo, pero me han contado que también ponen llaveros, cajas de cerillas, botones y pines). No son raros los casos en los que se les ofrecen libros y éstos son rechazados ´porque no tengo sitio para ponerlos, ya no me caben más en la mesa’. Comentan las malas lenguas que no pagan la tasa dominical al Ayuntamiento ya que estos puestos se consideran parte del mobiliario urbano.


[El Amanuense]


Gafas en la nariz y el otoño en el alma



Rastro de León, otoño de 2013.



GAFAS EN LA NARIZ Y EL OTOÑO EN EL ALMA

Junto con Bulgakov, Babel es (hoy) mi autor soviético favorito en prosa. Salvo tal vez su teatro (poco conocido y que confieso que no he leído), todo en él es recomendable, especialmente sus excepcionales cuentos en las traducciones de José Mª Güell y José Fernández Sánchez para Planeta y Bruguera, respectivamente. En ellos se narra su infancia y educación en Odessa (“Debes saberlo todo”), donde describe un pogrom con los ojos de un niño (“Historia de mi palomar”); se relata la picaresca de la mafia judía de esta ciudad (“Así se hacía en Odessa”, “Liubka cosaco”); y, sobre todo, se recogen sus experiencias como cronista del Ejército de Caballería de Budienny (“La carta”, “La sal”, “Pan Apolek”), escritas con mano maestra en su Diario de 1920 y en Caballería Roja.

Aparecen vivos recuerdos sobre Babel en las memorias de Paustovski (“Les garantizo los Maupassant”) y de Ehrenburg, que resalta su perfecto dominio del francés en una convención de escritores antifascistas en la que coincidieron en el país galo.

Poco después de este viaje a Francia fue apresado y confinado en la Lubianka. Tras un infamante proceso que ha exhumado Vitali Shentalinski de entre los archivos literarios de la KGB, desapareció en fecha desconocida, víctima de las ominosas purgas stalinianas. Y según aparece en los documentos recuperados, en los interrogatorios le pisotearon sus gafas de miope (a él, un escritor tan visual, como se deja ver en su magnífico cuento “La línea y el color”), de manera que pasó sus últimos días prácticamente cegado.

Fue un alma desligada de personas y cosas. Paustovski cuenta que, pese a su amor a la literatura, nunca mantuvo una biblioteca personal: no tenía libros. Y el propio Isaak Babel, en Caballería Roja, sentía que, aunque integrado en el cuerpo del ejército, éste le era ajeno, pues, ¿cómo iba a poder él confraternizar si llevaba “gafas en la nariz y el  otoño en el alma”? 

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[Gromov, embriagado por vino añejo]