29 de abril de 2015

Mortisaga en el cementerio de los iconoclastas




II. EL CEMENTERIO DE LAMINIUM


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BIOGRAFÍA

Siempre que me topo con el nombre de una calle, una biblioteca, una península o una librería, me pregunto por su origen y lo rastreo hasta haber satisfecho mi curiosidad. Tal ocurrió con la de Jerónimo Barbadillo. Pero por más indagaciones que hice en todos los libros a mi disposición, que fueron muchos, no encontré siquiera una mención de Laminium, ni un sustantivo parecido que me orientara. Así es que no tuve más remedio que importunar a quien lo había elegido, para que anduviera de boca en boca por los exclusivos y menguantes ambientes de lectores y bibliófilos. 
Barbadillo era un hombre poco dado a los monosílabos y a las respuestas lacónicas. Todo tiene su matiz, sus antecedentes y sus consecuencias, de modo que no me iba a responder escuetamente a lo que le pregunté, por el contrario se extendió durante varios días, según iba surgiendo de sus recuerdos todo lo que me contó sobre su vida, que aquí referiré no con detalle, porque parecería que me hubiera entregado a la más vana fabulación. Aunque he de advertir que no podría asegurar la veracidad de cada uno de los hechos, dada mi inclinación a la subjetividad de quien sucumbe con facilidad a la pasión de contar.
Había nacido en La Mancha, en un pueblo del que sólo dijo que estaba situado en la parte más austral de Carpetania. Su padre había ejercido de registrador de la propiedad, durante un periodo de la historia en que lo peor de la Edad Media regresó para quedarse durante decenios. Su infancia la pasó detrás de unos visillos, mirando cómo los demás niños se abrían la cabeza a pedradas en la calle, en despiadados combates que dejaban numerosos heridos, sobre todo en los atardeceres, cuando el fuego acumulado por la tierra seca en plena canícula era liberado, mientras él seguía, a salvo, las maniobras y la virulencia de los ataques de ambos bandos. Sólo la lectura de los libros que su abuelo le traía con cierta frecuencia de no sabía dónde, le apartaban de aquella ventana. Un día se enteró de que había muerto porque su padre heredó su biblioteca, que trajeron en un pequeño camión, para lo cual se habilitaron dos estancias con vitrinas de roble y cristal hechas a medida. Aquella mudanza milagrosa, a pesar de luctuosa, desató en él una pasión vehemente por los libros, a quienes comenzó a tratar como amantes a punto de marcharse para siempre de su lado, que no significaba obligatoriamente haberlos leído en todos los casos, por contradictorio que parezca, aunque si esto hubiera sido así, se crearían entre ellos, además, unos lazos cómplices e indestructibles. Los había de todo tipo, de historia, de barcos, de filosofía, de ciudades imaginarias, de viajes, de memorias, de cartografía…, pero los que más le atraían sin duda eran las novelas, los cuentos y los de poesía, quizás porque a través de ellos podía vivir lo que su delicada salud no le permitía, el peligro de saberse a punto de fusilar por un batallón de desarrapados, o sentir la angustia en los ojos de su amada, al ver brotar la sangre de su frente, tras recibir una pedrada certera del jefe de los enemigos, o emprender la exploración de la casa de la bruja, junto a la estación abandonada, de la cuál había oído hablar a los hijos de la sirvienta. 
Al finalizar el bachillerato, su padre murió de una embolia. La madre, hija de un general de división fallecido en una guerra mezquina, decidió marcharse a la capital con sus hermanas, para que Jerónimo comenzara ese mismo año sus estudios de derecho, carrera a la que estaba destinado por herencia familiar, desde hacía varias generaciones, según le repitió su padre hasta el mismo día de su último suspiro. Aunque bien sabía él que era una invención enfermiza que se le fue grabando a golpe de dolorosa obsesión, mientras preparaba las oposiciones, que casi le cuestan el internamiento en un sanatorio mental, puesto que supo por su biblioteca y por el olor de sus libros, que había sido un hombre de mar, posiblemente contra la voluntad paterna, pues jamás se habló de ello para que no sirviera de ejemplo para ningún nieto. 
Trasladados todos los enseres de la casa del pueblo al piso de la ciudad, salvo la biblioteca del abuelo, se personó allí un hombre delgado, pulcro, con gafas redondas y montura dorada. Jerónimo abrió la puerta y le entregó una tarjeta de visita para su madre, que rezaba:

EL AMANUENSE
LIBROS ANTIGUOS, RAROS Y DE OCASIÓN
Jesús Manuel Valdés
(Tasación de libros y bibliotecas)
C/Barataria, 3
Madrid

Ella lo hizo pasar a las dos habitaciones repletas de libros, donde se quedó durante toda la mañana, revolviendo de aquí para allá, olisqueando unas veces e inspeccionando algunos de los ejemplares con detalle otras, y tomando notas en un cuaderno. Alrededor del  mediodía el intruso llamó a su madre para comunicarle la cantidad final que le ofrecía por llevarse todo. A Jerónimo le dolió el desapego de su progenitora respecto a ese legado, y más que pretendiera venderlo a toda costa, puesto que había dado por sentado que él sería el heredero. Le suplicó a su madre que no se deshiciera de la que consideraba su biblioteca, pero por más que lo intentó, sólo le concedió la elección de cincuenta libros, porque según decía, todos no cabían en la nueva vivienda. 
Todas estas maniobras recriminatorias entre madre e hijo las escuchó el librero tasador, el cual, viéndolos tan enardecidos en la disputa y a él en particular tan profundamente compungido, les dijo que no descontaría nada por esos cincuenta libros, que lo considerara un regalo personal, pues no había conocido a nadie tan joven con tanto amor por una biblioteca de aquellas características. Pero como el ofrecimiento no logró calmar la desazón de Jerónimo, ni la irritación de su madre, lo llamó aparte y le dijo que podría rescatar sus libros cuando quisiera, sólo tenía que pasarse por El Amanuense. Aquellas palabras surtieron efecto, pero no todo el que esperaba su madre.
Antes de comenzar a desvalijar la biblioteca, el librero bajó a la enorme furgoneta donde solía transportar la mercancía. De vuelta trajo consigo un ejemplar de Laminio, la ciudad perdida, del historiador Jesús Rodríguez Morales, un estudio donde se ubicaba en aquel término municipal la mítica y desaparecida ciudad de Laminium, que le entregó a Jerónimo, para darle a entender algo que no podría decirle sin más sufrimiento. «Laminium, mi biblioteca perdida, mi ciudad anhelada», se dijo para sí.
Cuando no quedó ni un solo libro en las dos estancias, previno a su madre de que estudiaría derecho para complacerla, pero que después se dedicaría a rescatar bibliotecas.

José Miguel López-Astilleros

Great Minor Poets








[Tinofc]

El libro que me cambió la vida



El ganador de El libro que me cambió la vida posa orgulloso con su cheque-regalo biblioconvertible
 
El Día Internacional de la Lectura Universitaria (que en Valladolid, y escribo desde su Universidad, ha pasado sin pena ni gloria), ha tenido bastante más repercusión en León, donde, entre otras cosas, se ha entregado el premio al concurso bloguero El libro que me cambió la vida organizado por tULEctura.

Más información, de momento, aquí y aquí

Y un solo comentario final: desde que Juan Carlos Carbajo ganó el concurso de marras, en los posteriores, como el del Scrabble, sólo le ha sido posible participar al numerus clausus de los poseedores de una cuenta de correo @unileon.es

Para que luego hablen de la endogamia universitaria. Seguiremos informando.

[Leo Garduña] 

Campo de distorsión de la realidad





Si me pidieran mi opinión sobre un editor … 

  • que en vez de utilizar la potencialidad y el glamour de los media y las redes sociales para alumbrar sus publicaciones, las diera a conocer clandestinamente a un puñado de amigos del lumpen en almonedas, garitos de periferia y decadentes puticlubs;
  • que en lugar de participar en foros subvencionados y mesas redondas de autoflagelantes plañideras, mantuviera un contumaz criterio literario independiente;
  •  que en vez de enjabonar a los críticos y mercachifles de papel impreso dirigiendo sus reseñas y escaparates, los despreciara tratándolos con bufidos y a batacazo limpio;

… si me preguntaran por ese editor, si existiera, diría que vive bajo los efectos de un campo de distorsión de la realidad.


[Bubble Boy]

28 de abril de 2015

Presentacion de Sicalípticos Nº1 (Segunda parte)



 

 


El grupo bohemio ya se entregaba a la animada tertulia pues, cosa rara, su líder Larsénico no comparecía. Llegó casi media hora tarde pero le acogieron con alborozo. Desde el fondo de la plaza de Carlos Pinilla vino con su foulard que empieza azul y acaba escarlata. Sonriendo con el ronroneo de las cosas que le placen sacó un ejemplar del ya mítico "Seis o siete cuentos libidinosos y tres poemas erotómanos" y dio uno a cada escritor y posaron de varias guisas frente al local decrépito. Toriles, a quién se le reconoció como el escritor de microcuentos en cuya elaboración tarda macroaños, propuso hacer cola como en los lupanares de los años 50 y con el ejemplar intonso tapando las jetas.

  

  Las gentes paraban a mirar la cosa que apenas entendían y en el supermercado de enfrente se hizo un tapón considerable de mirones perplejos que se decían que unos hombres famosos se estaban sacando fotos con el libro de una tía en pelotas en la fachada de un puticlub cerrado. Alguno dijo de unas que se quedaban extasiadas si serían o hubieran sido pupilas de aquellas. En eso, y con miedo de que la bofia hiciese lo suyo con tan nutrido grupo de escritores por los dioses ungidos, nos fuimos.    
Anduvimos erráticos las tres calles desmanteladas asegurando que era de las letras nuestras, de Don Benito una calle, de hermanos Machado otra no lejana y la farmacia famosa del boticario poeta que en el escaparate su versos tenía. El bueno de Gromov exigió saber si había comida y al afirmárselo se fue a la cabina única que los demás veíamos en los últimos años. "No tiene teléfono móvil". Dijo uno. "Ni coche, ni carnet", otro. "Ni internet en casa", añadió uno más. Preguntado por esas rarezas respondió natural que no las había necesitado hasta la fecha, aunque de hecho era al único que le había urgido llamar en tan breve lapso.
   
Hube de fijarme entonces en su indumentaria, en las sandalias con calcetines un día de lluvia, el deshilachado bolso con una cajita de cartón blanco que asomaba y en cuyo interior residían unos auriculares de música. Las largas guedejas ya muy canas que uno le envidia y el lamparón de grasa en la chaqueta que nada más llegar nos consultó si era visible. Al poco de que hablas con él te desaparece en los suelos adonde se va a buscar botones perdidos. Le dicen que los usa en las cabinas y en el rastro para comprar a los gitanos libros a los que les regatea de tres a dos botones, porque ese que se ahorra le sirva para timar, más allá, a otro gitano. En una de esas se le iluminó la sonrisa lobezna al levantarse con una moneda dorada de chocolate que siendo poca chuchería algún rapaz extraviara.

  
Se estuvo Gromov muy callado pero aun así contó muchas cosas de librerías que le han echado y hasta de puestos del rastro y de cómo sin llegar a hurtar libros los despistaba los códigos de unos a otros, de los caros pegándoles los baratos que se compraba y que, incluso, para cuando le pillaran tenía preparada la defensa argumentando que eran ellos los que se equivocaban con las pegatinas.   
El querido Amanuense y procaz plagión y extendedor de apócrifos Dakovikas me prestó el raro único libro de Juan Panero en primera edición salido de la imprenta de Altolarrigue de 1936 y Larsénico sacó dos dobladillos, nueva edición microplegada, con las joyas breves de escritor libidinoso perpretadas en la Gurmandise, León-París, desapareciendo uno de puro éxito. También se sacó del zurrón mágico dos suicidios literarios de Pizarnik, lo cual produjo otro momento gromoviesco al lanzarse este desde su zurrón al zurrón del otro.
   
Al fin dimos con nuestros huesos en la muy simbólica "Rueda", restaurante o casa de comidas, en la que los cinco restantes unánimes comimos alubias con sabor a mariscos, churrascos de costillas salpimentadas de forma extremista y milhojas espeso, vino, agua, café y gotas por un tercio de lo que pagamos en Mansilla.  
De muy variada condición fueron las palabras que nos dimos y nos guardamos muy mucho de hablar mal de los ultramarinos ausentes y Gromov se mostró interesadísimo en acceder al relato secuela que seguía el erótico suyo. Luego le llevamos al museo porque nunca lo había penetrado y nos contó muchas cosas mientras desrobábamos dos ejemplares nuestros para en exposición dejarlos.


[el cuervo]




Fortunata y Jacinta


El Rastro, primavera de 2015


- Es la primera vez, Gromov, que te veo agachándote.
- ¿No sabías, Larsen, que los botones de dos agujeros traen buena suerte y los de cuatro mala?
- ¿De dónde has sacado esa superstición?
- Nunca revelo mis fuentes.


Visto y oído en el Rastro

Las malas lenguas






- Pero si tú no robabas libros, Larsen.
- No, pero estos son fanzines.


Visto y oído en el Musac

Colección El dobladillo Nº 1(Novedad Ultramarina)








[malabia]

26 de abril de 2015

Presentacion de Sicalípticos Nº1 (Primera parte)







  Puse el pie en la acera y toda la mañana de nubarrones comenzó a agrisar cuanto veía. Gentes tristes, mal despertadas como yo, cruzaban el silencio del barrio arruinado por el que roncaban de continuo los automóviles. Todo lugar en el que ponía la vista me devolvía el canto periférico y desportillado de las tres calles míticas de El Crucero: Laureano Díez Canseco, Relojero Losada y Benito Pérez Galdós, llenas de comercios cerrados y de carteles de alquiler o de venta. Todo lo que había sido vigor, bullicio, hoy muerto. En eso me vino a la mente como una canción pegadiza la frase de Michi Panero, esa de la sordidez más puñetera. 
 ¿Qué me había movido a abandonar la cama, el mullido colchón, las suaves sábanas, el calor del hogar, las amatorias carantoñas del infante y la esposa en una mañana de sábado en la que el sueño y el retozo habrían alcanzado muy seguramente el mediodía? 
No era otra cosa que una nueva aventura ultramarina. Al cruzar la esquina de la de Laureano los vi, bajo el telón pétreo de cemento añil que ya no recordaba. Sus largos cabellos canosos los distinguían como diferentes, cabezas que han soñado y que, incomprensiblemente, esperaban el la fachada de un antiguo club de amor mercenario hace décadas cerrado. Me acerqué hacia ellos que quedaban detrás de una larga fila de contenedores de basura. Entonces pude advertir el detalle arquitectónico que albañil añejo tuvo con la función del local al alternar bloques de hormigón liso con otros con un cierto saliente en forma de puñal. Para rematar la faena lírica un cartel vertical que se dibujaba con un fugitivo sol de mediodía decía en letras luminosas apagadas hace lustros: «LA SIRENA».
 En eso sentí una punzada en el final de mi espalda y al volverme pude comprobar que un palo de escoba rojo iba del final de mi anatomía hasta un contenedor guiado por una mujer de poco más de un metro que escarbaba en la basura.
—Es que lo dejan too... Dijo la mujer enlutada a modo de explicación o disculpa.
Y entonces pescó unos bolsones de basura y los abrió ante nuestros ojos apareciendo un número extraordinario de panes de buen aspecto.
—Y esto asín toos los días...vienen muchos a por ellos.
—¿Y qué tal están los panes esos?
—Toque usted. Si quieren algunos...
Nos los ofreció así sin más la buena mujer a los ultramarinos aquellos panes suyos de la basura que acababa de recoger sin pararse a distinguir si éramos pobres o ricos y haciéndome sopesar si no sería verdad, como dicen muchos, que los menesterosos son más buenos que los otros.
Fuímonos pues los escritores, que andábamos a la caza de los erotismos del tiempo pasado, con una lección muy grande para no ser más renuberos cuando a un escritor gigante le den el premio Cervantes y prefiera hablar, en lugar de de su obra, de salvar a los pobres como aquella mujeruca que sin reparar si éramos ricos o pobres nos dio de sus panes.





[el cuervo]


25 de abril de 2015

Las malas compañías


El Rastro, primavera de 2015


Después de pasar por Reto, un páramo arado por la desidia, recalamos en el puerto del desengaño donde Garcilaso escondido en la cabina pasaba a limpio unos versos que le había recitado a su mujer cuando le regaló una ramo de lilas. Nos los leyó con sus habitual gesto de saltimbanqui cojo. Tinofc, comido por la impaciencia, le apuraba para que abriese la furgoneta. “Abre, abre, abre, a ver que traes de nuevo”. Sin avisarnos empezó a cantarnos Aviones de papel de Perales, acariciando con sus dedos el aire de su guitarra.
No habíamos empezado a rastrear las cajas cuando un señor de gesto serio se acercó al tingladillo y nos dijo: “No me conoces, Puerto, soy el poeta de Calzadilla de los Hermanillos,  a lado de Sahagún, ruta del Camino de Santiago. Me acabas de dar el premio de poesía con el libro Quisiera escribir como Virginia Wolf. Mi nombre es Cecilio Bravo Bravo, y como veo que os gustan los libros, el próximo día os dejaré un libro dedicado para cada uno de vosotros en este lugar”. Garcilaso se asomó al grupo después de descargar un rollo de mantel y levantando la vista y el dedo al firmamento exclamó: “Los poetas y los novios deberían firmar un trato y elevar sus plegarias a la luna”.
Después de insistir el trapero tasó sus libros muy por encima del precio acostumbrado, debido a que le sumó el precio del libro regalado al anterior comprador, el polaco.
 El poeta de la intemperie se llevó un paquete de carpetas azules para guardar los papeles donde escribe sus poemas. Nos regaló un librito cosido con hilo matancero y nos enseñó uno de sus míticos cuadernos de notas donde su aplicada y menuda caligrafía anidaba a lado de sus boligrafías de vivos colores.
En el tiempo que rondamos la chamarilería no vimos ni al Amanuense ni a Bombita para que nos contasen cómo les había ido en su expedición a la Feria del Libro de Gromodolid.





Fuera de cobertura





Fuera de cobertura



La muestra colectiva “Fuera de cobertura”, comisariada por Ginés Martínez para el espacio Vitrinas, y que se mantendrá hasta el 8 de septiembre, es un un proyecto que pretende trazar una panorámica del fenómeno de la edición independiente en nuestro país. Es una aproximación al contexto, tanto de las publicaciones que no siguen los patrones de la producción editorial convencional y circulan fuera de librerías, kioscos y bibliotecas, como de todos los materiales no impresos que en la actualidad se difunden a través de web, blog o redes y cuyos contenidos están determinados por el medio en el que discurren. “Habla de la edición independiente, que es una cuestión compleja. Desde el principio pensamos que lo mejor era abordarla con dos herramientas imprescindibles: un mapa donde orientarte y un archivo”
Como señala Ginés Martínez se articula en torno a tres ejes fundamentales: un mapa y un archivo, que son los dos puntos de partida donde se recopilan las publicaciones, información y material gráfico de más de una treintena de ferias de edición y colectivos (LadyfestTendereteFeira MortaGutter Fest, FLIA, oLibros Mutantes, entre otras) y un taller, que reunirá una serie de actividades como presentaciones, talleres y conferencias.
“Mapa” es un trabajo del diseñador industrial e ilustrador Olaf Ladousse y el ilustrador Martín López que representa de un modo gráfico el conjunto de eventos e iniciativas vinculadas a la edición independiente registrados en España. “Tiene tres versiones, una muy gráfica, otra más parecida a los productos independientes, y un desplegable”.
“Archivo”, reúne un fondo de publicaciones cuyo objetivo es sondear los materiales que circulan por la periferia de la industria editorial (fanzines y hand-made books, entre otros). Es, según el comisario de la muestra, una mezcla muy ecléctica de lo que está sucediendo: “Es un terreno que todo el mundo está aprovechando para hacer cosas y en concreto con estas dos herramientas, el mapa y el archivo, queríamos desarrollar un programa de sesiones de discusiones, con temas relacionados con la gestión de estos archivos tan efímeros”.
“Taller” pretende profundizar en todo lo expuesto en la muestra a través de presentaciones, talleres, discusiones, acciones y encuentros en línea.
Las actividades de “Taller” se inauguran el 19 de abril con una visita guiada a la exposición a cargo de su comisario, Ginés Martínez, seguida de la presentación del proyecto editorial “Cuadernos domésticos” y de un concierto de “LCDD”“Los caballos de Düsseldorf’”, un colectivo que construye sus propios instrumentos reciclando y la manipulando circuitos electrónicos de juguetes.
La Galerna y Sicalípticos nº 1 en el Musac


Sesiones de discusión

También, entre el 5 y el 8 de mayo, tendrán lugar cuatro sesiones de discusión programadas por la Oficina Investigaciones Lentas con el objetivo de desarrollar algunas de las cuestiones y problemáticas del mundo de la autoedición.

Las sesiones, a excepción de la segunda, serán en formato videoconferencia, y serán retransmitidas en directo dese la web del museo, http://www.musac.es.
La sesión del 5 de mayo propone un diálogo entre diferentes colectivos y encuentros de edición como son Feria MortaLadyfest y Esta. El 6 de mayo un grupo de autores y editores de León formado porAdrián Arias Astorgano (Colectivo Gigante, Encrudo…), Vicente Muñoz Álvarez (Vinalia Trippers), Javi de Castro (Oiga mire), Luis F. Sanz, malabia (Manual de Ultramarinos) y Club Leteo se reunirá para presentar sus proyectos, compartir sus experiencias y abordar el caso concreto de la tarea de la autoedición en una ciudad como León.
El 7 de mayo la sesión especulará acerca de la deriva de los archivos en la época del P2P, con la participación de la FanzinotecaJulian CruzSecret Knots, y Silvia Nanclares Bookcamping. El 8 de mayo se abordarán los nuevos “modelos de negocio” editorial y la propiedad intelectual con Tenderete,Chili Com Carne/Traficantes de sueños y Nerea Sanjuan.
El 8 de mayo tendrá lugar el taller “Tagging Day”, impartido por la Fanzinoteca, en el que se investigará sobre la naturaleza de las distintas publicaciones y se invitará a participar en la clasificación de los fondos del archivo.
Los días 9 y 10 de mayo se celebrará el taller “Fig.1/ El pensamiento complejo’” a cargo del diseñadorMarco Balesteros. Se trata de una mirada interdisciplinar acerca de los sistemas de adaptación, la conducta emergente de muchos sistemas, la complejidad del trabajo en red, la teoría del caos, el comportamiento de sistemas alejados del equilibrio y sus poderes de auto-organización. Teniendo como punto de partida estas áreas de investigación, el taller se desarrollará alrededor de algunos conceptos como la asociación libre, la performance, los listados/taxonomías
Las actividades del Taller se cerrarán el día 9 de mayo con la fiesta/acción de trueque “Autoedita o muere”, que invita al trueque como forma no comercial de intercambio de material autoeditado, fomentando el diálogo entre pequeños editores, autoediciones, etc.; así como un concierto del proyecto híbrido de música y diseño “Positif”, que presentarán su sonido tan inspirado en la electrónica de los videojuegos como en el diseño industrial.

Tamtampress