15 de abril de 2016

Lances de Vanguardias






CAMISAS NEGRAS

Una página sobre la relación filial entre fascismo y futurismo, copiada del libro Camisas Negras de Luce Fabbri, publicado en Buenos Aires, en ediciones Nervio, en 1934:
"Una atmósfera en la que se mezclaban confusamente un vago irracionalismo, un vago misticismo, un vago individualismo, reacción romántica contr el positivismo dominante en la cultura oficial y el iluminismo demócrata que constituía el ideal político de la gente tranquila. Esa atmósfera contenía inconscientemente, insisto sobre esta palabra, los gérmenes de lo que será más tarde la doctrina aparente del fascismo.
A esa corriente se agregaba entonces un estado espiritual que queriendo ser de vanguardia lo era de decadencia, ya que buscaba la originalidad no en los íntimos manantiales del alma humana, no en la espontaneidad natural, sino en la extravagancia artificiosa, no en la independencia de las fórmulas académicas sino en su aplicación invertida. Me refiero al futurismo, encabezado por Marinetti, que con su pirotecnia ruidosa, con sus palabras en libertadd, con su pintura descabellada, seducía las imaginaciones juveniles. Pero ya desde entonces se veía (y con el tiempo se vio más claro) que la locura futurista no era la simpática locura de los jóvenes, sino simplemente esa despreocupación aparente y rebuscada delos viejos que no quieren envejecer.
De todos los elementos intelectuales o pseudointelectuales, el futurismo es el único que se ha vinculado oficialmente a la historia política del fascismo. Ahora Marinetti, destructor de la tradición y de las reglas, forma parte de la Academia de Italia y cree conservarse fiel a sus antiguos principios, imprimiendo sus libros en hojalata e inventando la moda de las corbatas de aluminio. 
El cuadro de ese ambiente espiritual prefascista sería incompleto si no se mencionase a la tendencia pragmática cuya revista fue la revista La Voce, dirigida por Prezzolini. Algunos de los que se reunían alrededor de la revista pasaron al fascismo. La glorificación de la acción por sí misma, la teoría del éxito como justificación de un acto, elementos prominentes en una visión grosera y elemental del pragmatismo, se encuentran en las raíces del fascismo. Todos estos son factores involuntarios que actuaron para generar el drama italiano, profundamente modificados por la guerra que los hizo pasar de la subconsciencia a la conciencia."
La colaboración de futuristas y fascistas es, como se sabe, larga y no exenta de polémicas. Marinetti produjo un Manifiesto para iluminar de modo futurista las iglesias del Vaticano después de que el Vaticano y Mussolini hicieran las paces. Por supuesto ninguna iglesia romana se rebajó a aceptar los dogmas de Marinetti. Sin embargo, cuando llegó la hora de celebrar los diez años de la Marcha sobre Roma que alojó en el poder al Duce, los artistas invitados para producir una exposición grandilocuente eran todos de filiación futurista: y la última de las salas era una impresionante cruz que trataba de rememorar a los caídos, y la iluminación de esa cruz que  parecía flotar en el aire, atendía punto por punto lo explicitado en el Manifiesto para iluminar iglesias de Marinetti. 
Fabbri acierta a precisar qué circunstancias facilitaron el poder seductor del futurismo. Pero no alcanza a comprender que el futurismo, en su afán totalizador, del mismo modo que fracasaba en las disciplinas nobles -primeras a las que se enfrentó- como la poesía, el teatro, la pintura, la música, tenía éxito en las artesanales, en las decorativas -publicidad, diseño, tipografía. Podría escribirse una historia de la poesía del siglo XX sin citar a ningún futurista. Sería imposible hacer lo mismo con una historia de la publicidad o del diseño. Lo que no comprende Fabbri es que lo verdaderamente importante de Marinetti era lo que él consideraba anecdótico: hacer un libro con las hojas de hojalata o poner de moda la corbata de aluminio. 

[Juan Bonilla]

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