6 de agosto de 2016

Galateraria


J U N I O


Librería Galatea


De entre una torre de libros amarillos asomó K. con la bandera filibustera en la camiseta, el horizonte del mar en su mirada y la amabilidad de Bristol en sus palabras. Una viola de gamba recorría toda la librería como si fuese un canal veneciano. Del camerino salió repeinado y perfumado, Leo, con el libro de Secundino Serrano y nos invitó a leer los agradecimientos donde aparecían el bibliotecario de Mansilla y el polaco de Villamarco. Según nos contó Of the record, con su discreción habitual, el historiador había consultado el archivo de Tinofc sobre la Guerra Civil, que tenía en el altillo, para documentarse sobre ese periodo oscuro en las montañas de León. También el periodista Cuesta le había hecho algunas correcciones pertinentes. La foto de la portada la hicieron en el camino del cementerio de Velilla de la Reina  con el polaco en bicicleta.

El librero bilingüe sacó de una caja todas las novedades de la editorial Eolas donde apareció la colección de Poesía cubana, con esas portadas de azul vaporoso del balneario de Nocedo. La joven que ya solo le quedaba por fichar la última caja de libros de Almuzara sonreía ante las maledicencias de malabia. Nos contó que se había dado una vuelta por el blog del Manual y que veía un cierto aire machista ("todas las colaboraciones son de hombres"). El librero se reía ante los presentes, tapando con una mano su timidez desvergonzada; nos insinuó que las presentaciones ultramarinas estaban más cerca de  ser un club del orgullo gay que de una tertulia barojiana ("Pero esto no lo pongas, te lo cuento solo para ti"). Nos comentó que se acercó el ciudadano de las sombras a por la revista de La Galerna y que se había quejado de que el precio de la voluntad le salía a pelo conejo. También nos contó un nuevo capítulo de su anecdotario palentino: Su asistencia a una conferencia del ácrata zamorano que vivía en un castillo, donde no se enteraron de nada ni los anarquistas ni él. Si mal no recuerdo el título que nos dijo era El sermón del ser y la religión. Todo acabó en un rosario de blasfemias y calimocho punk.

El trapero Larsen le picó para que despellejase al polaco,  de cuerpo ausente, pero dijo que de los amigos –no clientes- nunca habla mal aunque reconoció, bajando la voz, por si había entre los clientes algún topo, que estaba un pelín obsesionado con el tema de la Guerra Civil española como el historiador S. S. que siempre está haciendo el mismo libro. Son escritores de filón o de veta.

Con la delicadeza castellana, el librero nos dijo que tenía que seguir poniendo los precios a las novedades (Si no había empezado y ya eran la una). Para celebrar el día de Watusi compré la novela del malogrado escritor catalán. 
K (el misterio comienza con una inicial) nos regaló una libreta de la editorial Delirio y un póster de Páginas de Espuma. Me despedí hasta el sol quieto del verano y puse rumbo a La Revuelta donde me esperaba el poeta Manilla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.