El Rastro, verano del 2013 |
"A mediados de los años ochenta la librería Pisa fue para algunos leoneses adscritos al mundo de la cultura una especie de laboratorio, una cueva mágica en la que germinaron proyectos personales y profesionales.
Si es cierto que en aquella época la gente andaba con cierto miedo y a la vez con valentía. Cuando se produjeron acontecimientos como el 23 F flotaba en el aire esa sensación de recelo. Reconozco que tuve que ir varias veces a Comisaría por los escaparates que colocaba en la librería. Recuerdo que llegué a conocer a Finisterre, el editor que publicaba toda la obra de León Felipe. En un atentado que hubo en Vigo le inundaron las bodegas de un barco donde tenía muchos libros que debían venir de estraperlo. Y allí me fui y traje el maletero lleno. También recuerdo colocar obras de León Felipe o Pablo Neruda, que entonces no eran muy conocidos. Una vez armé un escaparate entero de obra de León Felipe y me llamaron a las dos menos cuarto de la tarde de la Comisaría, cierto que fue una llamada con relativo cariño y me aconsejaron... que tuviera cuidado con esos escaparates. Era un sistema de media vigilancia que nunca me impidió tener mi cajón de libros prohibidos que aprendí de Valderas, el padre de Manolo Jular. La librería en un barrio culto como San Claudio, en pleno corazón de la incipiente universidad generó buenos compañeros de viaje de derechas y, muchos, de izquierdas y fue el caldo de cultivo de las largas tertulias que se adueñaron durante años de la librería. Entonces buena parte de las vacaciones eran de consumo doméstico y alimentábamos esos quince o veinte días con largas charlas de arte, libros o de los asuntos cotidianos de aquel nuevo horizonte que entre todos comenzamos a construir."
Juan Carlos Uriarte
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.