Una temporada en el infierno
OTRO SONETO CUNICULAR
En la última entrega infernal exhumábamos un soneto erótico de Bécquer que tal vez influyera en este otro, en el que el polígrafo Póllux Hernúñez apostrofa y loa el vientre (por su fruto) de la madre de Fernando Arrabal.
¿Quién no recuerda al escritor en estado manifiesto de ebriedad, pontificando sobre el doble significado de la escatología y lo estratégicamente colocado que está en el cuerpo humano el hueso sacro? Por comportamientos tales, ha señalado un anónimo cronista, “este autor que mezcla el erotismo con San Agustín, está fuera del canon, del pajilleo de los premios; la pauta sigue en manos de los retroprogres, las ladillas del Parnaso, los bragazas sordos y jubilatas, que protegen a los espárragos trigueros de la literatura, a los escritores de la dinastía y del coñazo”.
Lo que nos trae de nuevo al poema que queremos consignar en nuestro rincón ultramarino:
Al conejo de la Señora madre de Arrabal
Ni el coño sacrosanto de la madre del papa
Ni la vagina real de la reina de Albión
Ni las elegidas vulvas de un gran petrosátrapa
Tienen contigo alguna comparación.
!Honor a ti, oh coño entre los coños, raja fecunda!
Oh sublime custodia, Oh Bitos de Saturno
Que diste a esta tierra apática e inmunda
Tan angélico monstruo, tan infantil demiurgo:
Sócrates barroco, sacerdote ictifálico
Sangre eyaculador, hostiodefecador
Que pace, cuán azul centauro, en el ajedrez pánico,
Después de sesenta años, tu gozo bendigo
Y agitando con una mano mi mástil impúdico
con la otra, emotivo tributo, esta flor te digo.
(Traducción del original en francés de Domingo Pujante)
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Colaboración de Charlus (poema) y Jupien (cenefa ad hoc).
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