El Rastro, otoño del 2013 |
Desde que internet ha entrado en la Nave, los libros ya no llegan a este abrevadero, y los cuatro madrugadores reniegan de su suerte. Miraba el Ilustrado unos volúmenes de enciclopedia mientras nos explicaba su pasión etimológica. Gromov escuchaba atentamente, tarea dificil para el monologuista de la separatas, en las pausas, le enseñaba el eslavo las ilustraciones de Las mil y una noche y el despegable del Kamasutra.
De camino al Desguace, Tinofc iba mirando los contenedores por si algún lote de libros había sido víctima de algún desaprensivo. Solamente le faltaba la linterna de Diógenes.
En el Tendido, el Marchante discutía por el precio de un Áncora de salvación, porque le parecía excesivo para un libro escrito por un hereje. Gracias a la malvada simpatía del chamarilero: "solamente por el entretenimiento que te va a dar y si no se lo tiras a la parienta" y a la mediación del Trapero cedió y soltó la pasta, renegando de toda la corte celestial.
Llegó Bombita, el soltero de oro, con la energía que da la empanada de Torre. Nos enseñó la radio que esta semana dejaría niquelada y repartió el aguinaldo: Los maquis (acartonados) para el Editor de Labici y La ciudad automática para Larsen (Cajetillatodocollection a domicilio). En un descuido del personal, el doctor Spasaviv empezó su disertación filológica apoyado en el Casares; nos amenazó con poner otra estante en el tienda ultramarina para llenarla de palabrejas latinas y griegas. Aunque ya va varios meses que está de okupa en este Rastro, sigue echando de menos el menú cervantino de los anticuarios del torreznillo. "Aquí, tu amigo el Apandador de escuelas, no necesitaría cortauñas", le dijo el Amanuense que se acercaba con su bolsa de productos de cosméticalé en una mano y en la otra, la libreta de saldos donde apuntaba el libro que le tenía que mandar a Bonilla, el primo del Polaco.
La mañana se alargaba hablando de los rastros de otras ciudades (Cuesta Moyano, Sant Antoni, Zaragoza, Valladolid...), pero los ultramarinos seguimos ahogándonos en esta charca.
En la farola de Corrientes, el Taxónomo nos presentó al librero de Páramo (Urueña) que, por sus movimientos oscilantes, (parecía haber probado la pipa de kif del buhonero), perdía altura. En la otra acera, Frida, y un cansado Diego Rivera, explicaba a una infeliz su trayectoria artística:"Llevo veinte años con este puesto y de poner cafés no sabré, pero de lo mío sé un rato; No crea que todo lo que tengo lo he cogido en la basura como estos guirrios. No soy tonta y sé lo que vale un libro, por lo tanto no me lie señora y vuelva a misa".
Desde que Ocramalliv le pasó una bolsa de libros, el Ultraísta no ha vuelto a cruzar el Manzanal; (otro que se queda sin utilizar el bonofurgodesván). Empezaron Rico y Marías a mostrar la diferencia entre genio y talento, y el saltibanqui de Demóstenes, aprovechando la ausencia de la supervisora, asaltaba a las jóvenes muchachas para recitarlas su coplas gongorinas desde su almena derruida.
El joven emprendedor (antes empresario) se acercaba con su cuadrilla de subalternos haciendo el paseíllo. Ya no enseñaba alegremente su talón (ahora sin fondos), lo más que vimos, fue un pañuelo con su iniciales en la raída americana.
"Pan de Astorga, mucho en el papo y poco la andorga", estas palabras le soltó Gromov a Michi Chalequines que se descojonaba, a ritmo de rock and roll, de la erudición del taxónomo. Más tarde volvimos a ver al Ruso intentando traducir con Alexander Nevski los textos de unas postales que había comprado en el Delta.
"Cada pardal a su olivo", gritó bombita y echó a correr detras de Marconi. En las escaleras del Senado quedaron Tito Livio (Amanuense) y Suetonio (Spasavic) discutiendo entre coger la auriga o la cuadriga. El Editor de Labici nos recitó unos Epigramas de Marcial con la cadencia del forense: "Las cosas que hacen feliz, / amigo Marcial, la vida, / son: el caudal heredado, / no adquirido con fatiga; / tierra al cultivo no ingrata; / hogar con lumbre continua; / ningún pleito, poca corte; / la mente siempre tranquila; / sobradas fuerzas, salud; / prudencia, pero sencilla; / igualdad en los amigos; / mesa sin arte, exquisita; / noche libre de tristezas; / sin exceso en la bebida; / mujer casta, alegre, y sueño / que acorte la noche fría; / contentarse con su suerte, / sin aspirar a la dicha; / finalmente, no temer / ni anhelar el postrer día".
Las primeras gotas nos invitaron a despedirnos hasta el próximo domingo, una hora menos: la oscuridad segunda.
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