11 de diciembre de 2013

Antología



[Fría mañana de domingo que presagia un inminente invierno. Tras el rastreo de rigor, al abrigo de la capota trasera del utilitario del factótum ultramarino, se celebra un improvisado conciliábulo oficiado por el propio Larsen, con la asistencia del Amanuense, Gromov y Tinofc.]
 

Gromov [recogiendo unas bolsas del vehículo]: Bueno, me llevo lo mío y gracias por la consigna.

Larsen [serio, sin compadreo]: Gracias no. Te vamos a empezar a cobrar la custodia de tus mercaderías. Y a poner plazo a los préstamos, que cuando te dejamos algo, ya no lo volvemos a ver.

Gromov [aparentando indignarse]: ¡No levantes falso testimonio ante estas venerables canas que nos escuchan! Además, tú no prestas nada sin antes tener algo en prenda, como la Antología de Poetas Suicidas que me pediste hace meses y que yo todavía no te he reclamado.

Los Suicidas de Gromov

Tinofc [irónico]: ¡Bah, menuda joya! No me gustan las antologías. Las poesía es orgánica, dinámica, mientras que las antologías me recuerdan a los esqueletos, o mejor aún, a las momias, algo impostado por alguien para dar sensación de amagar vida. Y si se trata, como es el caso, de suicidas, pues ya no hace falta decir nada más.

Amanuense: ¡Hombre, no! Una antología es lo mismo que un florilegio, y en ambas palabras el significado radica en anthos (del griego) o en flos (del latín): la “flor”; es decir, se hace un elenco de lo mejor, como cuando se habla de “la flor de la harina” o de “la flor y nata de la sociedad”. También, en el lenguaje del trapicheo, se llama “florear” un lote a llevarse lo mejor de él. 

Gromov [posando en el suelo su botín]: Sí y cuando alguien tiene mucha suerte en la vida y sólo le sucede lo mejor, se dice que “nació con una flor en el culo”.

Amanuense: Hombre, un poco traído por los pelos, pero hay otros ejemplos: no hace falta que os diga lo que significa “aflorar” o “desflorar”…

Tinofc [mientras enciende un cigarro]: Las flores no siempre se asocian a lo mejor de algo. Según Homer Simpson son “las furcias pintarrajeadas del reino vegetal”. Y, en cualquier caso, lo que decís confirma el hecho de que las antologías son cenotafios literarios. Si no, decidme: ¿por qué se mandan flores a los difuntos? Para tapar su olor a muerto.

Larsen: O sea, que según esa teoría, cualquier tipo de obra escogida o selecta es una especie de “cadáver exquisito”…

Tinofc: Es que ni siquiera me gusta la palabra: “antología” suena a algo pomposo. La prefiero en gallego, que es un lenguaje muy poético, en el que se dice “escolma”, que significa algo así como “criba”.

Amanuense: No mientas, que yo sé que atesoras algunas de las antologías Labor, como la de epístolas o la de diarios íntimos. O la mejor de todas, la de cuentos de Menéndez Pidal.

Larsen [extrayendo un libro de los atestados abismos de su maletero]: Hablando de Menéndez Pidal, ahora entiendo por qué su antología del romancero se tituló Flor Nueva de Romances Viejos. Y, por la misma razón, ésta de la lírica del Siglo de Oro que me compré en Burgos por su cubierta tan ornamentada [la muestra] se llama Flores de Poetas Ilustres 

Las Flores de Larsen


Gromov [salivando al ver el libro de Larsen]: Pues yo, de Menéndez Pidal, tengo una colección de textos antiguos que se llama Crestomatía Medieval. ¿Alguien sabe que es eso?

Amanuense: Es también una antología, pero con fines docentes. Significa “estudio de las cosas útiles” y viene de khréstos (“bueno”, “útil”) y manthano  (“yo aprendo”). De la misma manera, una selección de oraciones para uso litúrgico es un eucologio (de eukhé, “oración” y legói, “yo escojo”). Y un librito con lo más esencial y útil de una materia se llama vademécum (literalmente: “va conmigo”). Es muy típico el de las recetas para las principales enfermedades: una antología para médicos y farmacéuticos, vaya.

Tinofc: ¿Y, ya puestos, cuáles son vuestras antologías favoritas?

Larsen: Yo, los Nueve Novísimos de Castellet.

Amanuense: A mí me gustan las vidas de los santos más famosos: La Leyenda Dorada de Jacobo de la Vorágine, el Año Cristiano de Croisset (que tradujo el padre Isla) y, sobre todo, el Flos Sanctorum de Ribadeneyra.

Gromov [soplándose el hueco de las manos para mitigar el frío]: Pues yo me quedo con una obra de Mateo-Sagasta que me costó Dios y ayuda conseguir: se trata de Flores de Otoño. Aunque también hay obras con título similar que no son antologías, como Flores tardías, de Chejov.

Tinofc: O Flores para Algernon, de Daniel Keyes.

Larsen: También está Florido Mayo, de Alfonso Grosso, el único español que está en el canon de Bloom.

Amanuense: Y no os olvidéis de Flor de Santidad, de Valle Inclán.

Gromov [tímidamente]: Oye, Larsen, ¿me prestas las tuyas?

Larsen: ¿Cuáles mías? 

Gromov: Tus Flores de Poetas Ilustres.

Larsen: Te las cambio por tus Suicidas.

Gromov [sopesando la oferta]: Vale, pero si añades el libro de poemas de Mandelstam que compraste aquí hace unas semanas. Que, por cierto, ví que era de una editorial cuyo nombre y logo también parecen florales: Adelphi.


Las "adelfas" de Larsen

Larsen [en tono seco]: , Gromov, las adelfas, que son flores tóxicas, venenosas. [entre dientes] Como tú. [resignado] Bueno, ya veo que no hay manera de hacer tratos contigo. Llévate el libro si quieres, pero tienes sólo hasta Navidad. Que lo sepas, improrrogable.


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[De los registros del arbitrista Spasavic, que corrige a Larsen y Gromov al informarnos de que adelphi no tiene nada que ver con las adelfas; significa "hermanos" en griego.]


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