16 de diciembre de 2013

Bestiario del Quijote (VII)


 GALLOS, GALLINAS, GANSOS Y GALLIPAVOS


¡Absit!


Mucho mejor me sabe lo que como en mi rincón sin melindres sin respetos, aunque sea pan y cebolla, que los gallipavos de otras mesas.

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Tejas arriba y tejas abajo

Dejo el bailar por tu causa, ni las músicas te pinto, que has escuchado a deshoras y al canto del gallo primo.

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Él debía de estar fuera de juicio, o debe de ser tan grande bellaco como ellos, o algún
hombre sin alma y sin conciencia, pues quiso soltar al lobo entre las ovejas, a la raposa entre las
gallinas, a la mosca entre la miel.

(Cervantes, Quijote, primera parte)


[...] como hacía Orbaneja, el pintor de Úbeda, al cual preguntándole qué pintaba, respondió: ‘‘Lo que saliere’’. Tal vez pintaba un gallo, de tal suerte y tan mal parecido, que era menester que con letras góticas escribiese junto a él: "Éste es gallo".

Este pintor es como Orbaneja, un pintor que estaba en Úbeda; que, cuando le preguntaban qué pintaba, respondía: ‘‘Lo que saliere’’; y si por ventura pintaba un gallo, escribía debajo: "Éste es gallo", porque no pensasen que era zorra.

***

¡Viva la gallina!

–Yo os digo, mujer –respondió Sancho–, que si no pensase antes de mucho tiempo verme
gobernador de una ínsula, aquí me caería muerto.

–Eso no, marido mío –dijo Teresa–: viva la gallina, aunque sea con su pepita; vivid vos, y llévese el
diablo cuantos gobiernos hay en el mundo.

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En un corral de la mancha...

[Don Quijote, tras su segunda salida] venía tal el triste, que no le conociera la madre que le parió: flaco, amarillo, los ojos hundidos en los últimos camaranchones del celebro; que para haberle de volver algún tanto en sí, gasté más de seiscientos huevos, como lo sabe Dios y todo el mundo, y mis gallinas, que no me dejarán mentir.

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Sueños de grandeza

Sobre un huevo pone la gallina, y muchos pocos hacen un mucho.

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[En las bodas de Camacho] las liebres ya sin pellejo y las gallinas sin pluma que estaban colgadas por los árboles para sepultarlas en las ollas no tenían número.

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Las rumbosas bodas de Camacho

–Hermano, este día no es de aquellos sobre quien tiene juridición la hambre, merced al rico
Camacho. Apeaos y mirad si hay por ahí un cucharón, y espumad una gallina o dos, y buen provecho
os hagan.

[...] Y, diciendo esto, asió de un caldero, y, encajándole en una de las medias tinajas, sacó en él tres
gallinas y dos gansos, y dijo a Sancho: –Comed, amigo, y desayunaos con esta espuma, en tanto que se llega la hora del yantar.

[...] –El rey es mi gallo: a Camacho me atengo. Y enseñóle el caldero lleno de gansos y de gallinas, y, asiendo de una, comenzó a comer con mucho donaire y gana.

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Un solitario Don Quijote, en su establo, reparando las armas

–¿Tiene por ventura gallinas el tal ermitaño? –preguntó Sancho.
–Pocos ermitaños están sin ellas –respondió don Quijote–.

***

La mujer y la gallina, por andar se pierden aína.

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Sancho, terror de las aves de corral

Ni tengo pollas ni gallinas, y ¿quiere que tenga huevos?

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¡A fe que si las hubieras conmigo, que otro gallo te cantara!

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Viva la gallina, aunque con su pepita.

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La pepita es un tumorcillo que pueden tener las gallinas en la lengua, lo que impiden que cacareen. Por ello "Viva la gallina y viva con su pepita" significa que hay que conservar la vida, aunque sea viviendo con las molestias de una enfermedad o las de un trabajo.

Para curar dicha enfermedad, Columela nos informa de que en la antigüedad  "introducían [a las gallinas] en las fauces unos pedacitos de ajo mojados en aceite tibio. Otros les echaban en el pico orina tibia de hombre, y se lo apretaban hasta que lo salado de la orina, por la nausea que les causaba, las obligaba a echar la pepita por las narices".

[Gromov]

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