El fragmento que completa el cuadro El Origen del Mundo de Courbet, recientemente descubierto |
LA PEQUEÑA MUERTE
Lampedusa nos mostró cómo Stendhal podía resumir toda
una noche de amor furtivo entre Julien Sorel y Madame de Rênal en un simple
signo ortográfico: un elíptico punto y coma. Bécquer, años antes, no hizo tal
alarde de economía de medios en su Rima
XXV.
Rima XXV (Bécquer)
Cuando en la noche te envuelven
Las alas de tul del sueño,
Y tus tendidas pestañas
Semejan arcos de ébano,
Por escuchar los latidos,
De tu corazón inquieto,
Y reclinar tu dormida
Cabeza sobre mi pecho,
Diera, alma mía,
Cuanto poseo,
¡La luz, el aire
Y el pensamiento!
Las alas de tul del sueño,
Y tus tendidas pestañas
Semejan arcos de ébano,
Por escuchar los latidos,
De tu corazón inquieto,
Y reclinar tu dormida
Cabeza sobre mi pecho,
Diera, alma mía,
Cuanto poseo,
¡La luz, el aire
Y el pensamiento!
Cuando se clavan tus ojos
En un invisible objeto,
Y tus labios ilumina
De una sonrisa el reflejo,
Por leer sobre tu frente
El callado pensamiento
Que pasa como la nube
Del mar sobre el ancho espejo,
Diera, alma mía,
Cuando deseo
¡La fama, el oro,
La gloria, el genio!
En un invisible objeto,
Y tus labios ilumina
De una sonrisa el reflejo,
Por leer sobre tu frente
El callado pensamiento
Que pasa como la nube
Del mar sobre el ancho espejo,
Diera, alma mía,
Cuando deseo
¡La fama, el oro,
La gloria, el genio!
Cuando enmudece tu lengua
Y se apresura tu aliento,
Y tus mejillas se encienden,
Y entornas tus ojos negros,
Por ver entre sus pestañas
Brillar con húmedo fuego
La ardiente chispa que brota
Del volcán de los deseos,
Diera, alma mía,
Por cuanto espero,
¡La fe, el espíritu,
La tierra, el cielo!
Y se apresura tu aliento,
Y tus mejillas se encienden,
Y entornas tus ojos negros,
Por ver entre sus pestañas
Brillar con húmedo fuego
La ardiente chispa que brota
Del volcán de los deseos,
Diera, alma mía,
Por cuanto espero,
¡La fe, el espíritu,
La tierra, el cielo!
El autor de las Rimas |
Obsérvese cómo el poeta
sevillano (especialmente en la última estrofa) describe los síntomas del
orgasmo femenino con ojo casi clínico y compárese, mutatis mutandis, con los rasgos premonitorios del final de la vida
en la cara del enfermo terminal, la denominada facies hipocrática:
Sienes y
ojos hundidos
Orejas frías
Piel apergaminada
Nariz afilada
Rostro descolorido
Párpados lívidos
Boca abierta
Labios blanquecinos
Orejas frías
Piel apergaminada
Nariz afilada
Rostro descolorido
Párpados lívidos
Boca abierta
Labios blanquecinos
Beata Ludovica Albertoni, por Bernini |
No en vano se ha llamado al éxtasis sexual, especialmente al femenino, “la pequeña muerte”.
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[Charlus
& Jupien]
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