[Se encuentran en Papalaguinda,
de un lado Larsen y Tinofc; del otro, el Amanuense y Gromov; más tarde se les
une Bombita]
Larsen: ¡Hombre! La facción académica ultramarina… ¡Qué casualidad!
Amanuense: Larsen, éste es un paseo lineal: lo imposible sería no
verse.
Gromov [susceptible, a Larsen y Tinofc]: ¿Ya estamos otra vez con lo de “académicos”? Parece que lo decís
con ese tonillo de la metrópoli respecto de las colonias cuando se
llamaba justamente así, “academia ultramarina”, un poco peyorativamente y en bloque, a las pertenecientes a los países donde no se ponía el sol: Antillas, Filipinas, etc…
Tinofc: No te equivoques, Gromov: nosotros de imperialistas no tenemos nada. Y tampoco queremos trato con la Academia, ni con la central, ni con las periféricas. Somos tan ajenos al academicismo, salvando distancias, como los impresionistas en su época. Y fíjate bien:
todo el mundo conoce a Manet, Monet, Cézanne, Renoir, etc.; pero, ¿quién se acuerda hoy
de sus rivales de entonces, avalados por la Académie des Beaux-Arts?
Larsen: Y lo mismo pasa con la Academia por antonomasia, la del
Nobel. ¿Qué fue de Echegaray, Benavente, y otros ilustres olvidados? Y eso,
sólo de los españoles… Se podrían dar decenas de nombres.
Gromov: La única Academia auténtica fue la de Platón (que toma el
nombre de Academo, un ignoto héroe mitológico), donde no entraba nadie que no
supiera geometría. Pero hoy ya se llama Academia a cualquier cosa, desde donde imparten
clases particulares hasta donde reparten los Goyas y Oscars…
Amanuense: A ver, yo lo que veo en vuestra crítica es una velada
envidia. Hasta los más antiacadémicos, cuando les proponen ser de los “inmortales”
(así los llaman en Francia), pierden el culo por ello. Mirad si no a nuestro
querido Baroja, que en pleno franquismo se enfunda una levita (¿o fue un frac?) y entra en la
Academia de mil amores.
Larsen: Pero ahora es que ya ingresa cualquiera: Reverte, Cebrián, Anson… Van a cambiar el lema. Ya no será el del detergente,
sino: Ancha es Castilla.
Gromov: Como quiera que sea, han hecho cosas buenas: las ediciones
conmemorativas como la del Quijote (aunque
no les perdonaré que echaran para atrás la del Martín Fierro), el CORDE, etc. Y tú, Larsen, dentro de poco sale
una nueva edición del Diccionario de la RAE;
harías bien en consultarlo de vez en cuando…
Larsen [suspicaz]: ¿Perdón?
Gromov: Sí, y también la Gramática,
porque cometes sistemáticamente fallos de ortografía y de sintaxis.
Tinofc: Ya habló Senabre. Larsen lo que tiene es un estilo
desaliñado, como el de Baroja, de quien hablabais antes. No como tú, que desde
metiste mano, el blog ha perdido toda su frescura.
Gromov [picado]: Sí,
mucho fresco es lo que anda por ahí…
Amanuense [contemporizando]:
No, mirad; el estilo de Larsen no es desaliñado (estudiadamente desaliñado
querría él), sino deslavazado. Su estilo es que no tiene estilo.
Larsen: Eso último me lo tomo como un cumplido. Lo prefiero a la
encorsetada erudición (pretendida erudición) de otros…
[Aparece Bombita]
Bombita: ¿Qué pasa? ¿Por qué esas caras de tan mal rollo?
Tinofc: Nada; aquí, la intelectualidad, que nos quiere sacar los
colores…
Gromov: Yo no pertenezco a la intelectualidad; si acaso, a la intelligentsia…
Larsen: Ya salió: no podía faltar la rusada del día...
Tinofc [a un Bombita perplejo, ayuno de todo]: ¿Y tú qué eres,
académico o rastrófilo?
Amanuense [sin dejarle contestar, poniendo un poco de cordura]: Creo que estáis solemnizando (y enconando) lo que no es sino un juego. Leed El Club Pickwick: ese
tono luminoso y despreocupado, casi de cuento de hadas, debería ser también el
nuestro. Dejaos de monsergas: los ultramarinos deberíamos ser los nuevos
pickwickianos.
[Spasavic, correspondiente de innúmeras academias]
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