La línea y el color (Isaak Babel, frag.)
Querido muchacho, no gaste pólvora conmigo.
¡El medio rublo que quiere que despilfarre
en unos lentes es la única moneda que no saldrá
de mi bolsillo! Guárdese esa línea suya, con
su repulsiva realidad. Usted vive la
sórdida existencia de un profesor de
trigonometría, mientras que yo me
desenvuelvo entre maravillas, incluso en
este agujero. ¿Quién necesita las pecas en la cara
de la señora Kristi cuando yo, que apenas
la entreveo, puedo dar rienda suelta a
mi imaginación sobre ella? ¿Quién necesita
estas nubes del cielo finés cuando yo puedo
soñar un océano sobre mi cabeza? ¿Para qué
la línea, si tengo el color? Para mí, el mundo
entero es un teatro gigante del que soy
un espectador sin prismáticos de ópera. La
orquesta toca un preludio en el tercer acto,
el escenario está allá lejos, como en sueños,
mi corazón se hinche de delicia, contemplo
el terciopelo escarlata de Julieta
y la seda violeta de Romeo,
pero no veo la falsedad de su atrezzo:
¿y usted quiere cegarme con unas gafas
de medio rublo?
[Piero della Biondetta,
retraduciendo a Babel por no tener
a mano la edición de Güell]
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