El Rastro, invierno del 2014 |
No sabemos si por la ausencia de Corominas o por la calma de la tempestad, pero la mañana discurría entre la serenidad y el silencio. En Reto nos recibió Voltaire con su filosofía del buen trato y mejor precio, que hacen a un comercio diferente. Con un toldo habían hecho un cortavientos que impedía el acceso a las cajas de un lado, este contratiempo fue una ventaja para el trapero que gracias a su altura pudo arrebatarle al Polaco algunas novedades de portada amarilla; Tinofc se conformó con un Manual de ebanistería para lograr esas virutas de artesano. Cándido nos echó la cuenta de la abuela y todos nos fuimos contentos como nietos con propina.
El Delta estaba medio vacío, ni rastro de los hermanos lituanos ni Michichalequines; Marilyn nos aclaró que estaban en el Mercado findemés de Puente Villarente probando suerte. En una montonera de tomos de medicina esparcidos entre los cables de ordenador y móviles desfasados escarbaba el Amanuense; apartaba con mimo los libros relacionados con el mundo de la farmacia. Siempre soñó con ser boticario en su villa de Toral en el Bierzo
En la Escombrera de Barcelona, el Polaco se arremangó como un estibador de un buque fantasma y empezó la ingrata tarea de remover las cajas apiladas. El resto de Ultramarinos -viciados por Gromov- miraban pasar la vida en el desorden de la morralla floreada en los Encantes del Mediterráneo. Tinofc, animado por la ilusión de encontrar alguna edición príncipe de la Generación decimonónica, revolvía todos los libros; Larsen completaba los tomos de la Historia de la literatura Hispanoamericana y, de vez en cuando, soltaba una muletilla que exasperaba al capitán Nelson, "Todo a 50 céntimos". El marino soltó una enigmática frase que nos supimos encajar: "la canción que canta el amo, no la baila el esclavo", entonces supimos que esta semana los libros se nos dispararían de precio.
Llegó tarde el doctor Mabuse (comisario de la exposición del Greco en Toledo), le acompañaban el coleccionista Cacharreiro y el primo de Freud. De su conversación animada rescatamos algunas palabras: Cáliz, Jesucristo, carbono 14, Margarita, banco Santánder... Tuvieron suerte, por una vez se salvaron de la indiscreción del docto Spasavic.
En la furgodesván, el Ultraísta le ofreció un Quijote novelado en inglés al Monástico; el precio era muy alto para el peregrino de Industrias y Andanzas. El Amanuense intentó cambiar de estrategia y usó la técnica del trueque y traque que aprendió en Cantareros de la mano del Ruso Riquer. Aunque le parecía interesante al vendedor vanguardista el libro Cartílagos del tiburón (taller de escritura), no se llegó a un acuerdo de escualos.
Fernández amenazó con levantar la trapa de la Casquería para ofrecernos unos Ripios Ultramarinos de Antonio Valbuena, un escritor raro sepultado bajo las flores del olvido.
Llegarón las once para algunos, para otros todavían eran las diez y empezaban a descargar la mercancía en una mañana de ala de cuervo.
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