Éstos tres se odian cordialmente: no se pueden ni ver entre ellos dos a
dos.
Marías - Rico
La
afilada pluma de Marías Jr. se ha cebado en el brillante, el erudito, el
talentoso Francisco Rico (ya le gustaría a él ser un genio), y lo ha inmortalizado trasponiéndolo literariamente
en las patéticas figuras del professor Del Diestro en Todas las Almas y del profesor Villalobos de Corazón Tan Blanco. Tendría gracia que, dentro de un par de siglos,
se recordara al inefable filólogo por las novelas del angloaburrido y no por
sus investigaciones sobre Petrarca, el Lazarillo y (últimamente) Cervantes. Lamentablemente, no lo veremos.
Por su parte, Marías ha sido comparado por Rico a un solterón cascarrabias tipo Jack Lemmon, y lo ha despellejado suavemente en uno de sus últimos libros (de hará unos 10 años, pues los saca con cuentagotas), titulado Los Discursos del Gusto. En el desopilante capítulo Cartas Cantan, el perverso Rico-Rico da a la luz una misiva de Marías con membrete de Oxford, usada por el-autor-que-toma-sus-títulos-de-Shakespeare, bastantes años después de que abandonara la ciudad universitaria inglesa. O sea, se deduce que el profesor visitante, cuando todavía no era rey de Redonda, se llevó un taco de papel timbrado de dicha universidad para seguir ejerciendo de oxoniense in partibus infidelium.
Rico - Trapiello
Paco Rico se precia de leer la
prosa y la poesía de su viejísimo amigo Trapiello (éste dice, por contra, que
lo suyo es siempre el comienzo de una gran amistad). Pero afirma no haberse metido con
sus novelas, la continuación apócrifa del Quijote
en particular. Justamente, sobre quijotismos, trata su principal disputa, y con
los jugosos artículos que en su día se cruzaron en La Vanguardia sobre la obra cervantina y su composición
(me estoy refiriendo a la acepción tipográfica de la palabra) ambos han
engrosado jugosamente sus libros de refritos: Rico, el anteriormente citado, y
AT su edición corregida y aumentada de Las
Vidas de Cervantes, que tanto debe a Azorín y Astrana Marín. Trapiello (que
se las da de tipógrafo) afirma que las erratas son intrínsecas al Quijote tal como nos ha llegado (algo así como las pecas de una
chica guapa), mientras que Rico, ecdótica en mano, limpia, fija y da esplendor
al texto ya cuatro veces centenario. Lo que, a su vez, le ha buscado otra
contienda literaria con el profesor Florencio Sevilla. Pero eso es otra
historia, otra enemistad que acaso aparezca también por aquí, si esta sección llega
a alcanzar algún interés.
Trapiello - Marías
También tienen, en parte, tintes cervantinos, las
desavenencias entre Trapiello y Marías. Y todo porque aquél, en una ocasión,
sugirió que el Quijote debía leerse
por los adolescentes en una versión en castellano actual. El fino cosmopolita
Marías (creo recordar que en el semanal de colorines de El País, cito de memoria) afirmó entonces que Trapiello (sin mentarle), que se las da de cervantino, le parece tan rancio como las
zapatillas de cuadros y los casinos de provincias. Éste, en la misma
publicación, y también sin dar el nombre del interfecto, lo acusó semanas después de tener
mentalidad de “señorito español”.
Pero la cosa venía de antes (tal vez por algún Salón, no estoy al tanto de los
detalles) pues en Negra Espalda del
Tiempo ya había decretado Xavier I: “el más inepto de los novelistas
actuales, el de Manzaneda de Torío”.
[Piero della Biondetta]
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