El Rastro, otoño de 2014 |
Me dice Gromov, galdosiano de pacotilla, que al autor de Fortunata y Jacinta era un gran devoto de la Singer. Resulta que compraba bastantes, porque cuando se deshacía de una de sus amantes, le regalaba una máquina de coser para dejarla más o menos colocada y sin cargo de conciencia. Y además, como citaba la marca en sus novelas, la empresa a cambio le hacía jugosos descuentos en sus adquisiciones.
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