Foto de M. Ramone |
Queridos ultramarinos, como ha querido el destino que las novedades ultramarinas se precipitasen de forma alocada en las últimas jornadas veo necesaria la emisión de esta circular informativa y organizativa.
Como algunos sabréis los extraños acontecimientos se dispararon el domingo por la mañana con la aparición, totalmente inesperada, de dos planas en la Nueva Crónica sobre nuestro mundo estrafalario con fotografías, citas, diálogos nuestros y muchas más cosas pero sin revelar el nombre, ni la identidad de ninguno de nosotros.
Por otro lado ayer supimos del cierre definitivo del local mágico de la calle Cantareros. Hoy, un tanto despavorido, me acerqué hasta allí, iba a sacarle una fotografía y al irme vi luz dentro, muy mortecina, como de la última bombilla. Sigue, aún, todo lo que había dado por desaparecido, y el hombre extraordinario que creí decir adiós estábase como siempre, engarzando una conversación con otra... Dice que durará así un tiempo indeterminado como almacén en traslado pero que no nos puede dejar hacer ahí nuestros actos literarios porque podría pasar algo y él ya no es una tienda. No lo entendí muy bien. Le dije, como Marco Antonio en el Julio César Shakespeariano: “No encontraremos uno mejor”: Un sitio caliente al amor de la calefacción ajena cuyos tubos pasen por los aires adensados aquellos, objetos semisalvados del olvido, enmarañados unos con otros, cosas que nosotros sólo hemos podido tener ahora que son viejas, cuadros horribles y espaciados en sus gestos como un anhelo fenecido, espejos preciosos donde se vieron los muertos de hoy, portadas de vinilos de musas de los ochenta con la nostalgia del sex-appeal periférico…, su último trabajo ha sido apilar periódicos y revistas viejas, y ello y todo, milagrosamente en un sitio así, sin una mota de polvo.
Me ha ofrecido pensar en locales por los que él va, y yo he entendido que se refiere a almacenes, sitios todavía más ocultos y más escacharrados en los que él se provee de esa fantasía del tiempo derruido.
Nuestro querido Larsen dice que el pesador de pasados ya es pasado también él y la ha cogido con un café mansillés de los años 50 de una amante de los libros que regala un poco de sopas de ajo a cada asistente a la presentación del libro correspondiente. Yo abogo por insistir al buen ermitaño de Cantareros y que nos permita más de incógnito aun, hacer nuestros aquelarres. ¿Qué opináis tribu minúscula y catarrosa? ¿Sabéis de un sitio parecido donde nunca nadie haya presentado nada?
Así mismo os apremio a una volandera de urgencia como despedida y en caliente y a vuela pluma de nuestro adorado rincón de nadas de Cantareros. Una cuartilla de letra apretada y una foto de allí que prefiráis, si sois muchos se puede incluso tirar la casa por la ventana y hacer una volandera doble.
con mi más sentido pesar
vuestro
Bruno.
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