El Rastro, primavera de 2015 |
El cronista empezó a escribir su narración en voz alta: “Entre el desamparo y la helada Tinofc se guarecía al calor de la colección de grandes clásicos de la literatura de mar. Despúes de repasar uno por uno y no encontrar El lobo de mar se conformó con una novela de Maruja Torres”. “Oye, no pongas eso que me quitas la fama de bibliófilo que me han dado los años de búsquedas y almonedas; ya he tirado el libro “.
En una esquina Gromov buscaba la novela Aurora boreal de Baroja, ante tanto desatino el polaco, que veranea en Vera de Bidasoa, piadosamente le dijo: “¿No será Aurora roja?"
Bajamos paseando hasta el desguace, el estepario nos animaba a montar una expedición ultramarina, al finalizar el Rastro, para ver la exposición Arquologías del futuro que inaguraba el comisario Alanegra en Cerezales. Todos se disculpaban alegando otros menesteres más urgentes y menos esnobs.
El poeta de la intemperie se presentó en el tendido con una colección de Entregas de Invierno que repartió como estampitas entre los presentes. Para Gromov traía unos Cuadernos del Bernesga cervantinos. El Amanuense, el ruso y el botillero empezaron una discusión sobre el osario del manco. Aprovechando una pausa en las notas a pie de página el polaco y el trapero se despistaron del grupo y escaparon al desengaño. Allí Garcilaso descargaba los libros con un carro metálico de Mercadona. Ante tanta novedad y aconsejado por la calambrina Tinofc, saltando de caja en caja, iba apartando en un montón los libros. ”Date prisa que vienen los tertulianos”. "No te preocupes con el poeta tiene carrete para largo".
Media hora después los cofrades de la botillería llegaron y empezaron a revolver (las malas costumbres del pardillo que no aprende con los años ni con las canas) entre los pilares amontonados de los dos Ultramarinos. “En algunos de esos libros editados por la Diputación de Salamanca aparezco”, nos aseguraba el poeta. Tinofc amablemente le contestó que si estaba en alguno se lo compraba, pero no le aseguraba que lo fuese a leer.
El tío Quisquillas nos invitó a entrar hasta el gallinero donde asomaban el hocico varios Lobo Sapiens (editorial leonesa) esperando una catalogación de bestiario. Gromov escogió las primeras memorias literarias de la literatura Las Confesiones de san Agustín. Cuando fue a pagar se puso a recitar: ”Tarde te amé hermosura tan antigua y tan nueva”. La mujer del chamarilero miraba bocabierta al ruso y con la mirada le decía a su marido: "Pero, ¿qué le pasa a éste?
En el trailer de Nardo, un colmado de curtidos y golosinas se gastaban los restos Tinofc y el Cronista de Indias que al ver al trapero le dijo que no los retratase que los desmitificaba. Se dirigió a este humilde servidor de la palabra gastada y le dijo apunta esto: “Ayer, Día de la Poesía, en el programa de la Gemio recitaron un poema de amor de Bonilla; sólo me acuerdo que salían muchas bolsas de basura. Cuando se entere el jerezano futurista que le presentó como una joven promesa del panorama literario...”
No se lo van a creer, pero ayer vimos por primera vez en nuestra vida de baratillodoblar el espinazo a Gromov. ¿Habría encontrado 50 euros? No, era un botón. ”Encontrar este objeto de cinco esferas, símbolo de la perfección, da buena suerte”, así se despachó el supersticioso Dimitri. Larsen le consoló: “Bueno, a ver si así rompes el maleficio de cantareros”.
La media maratón que recorría la ciudad nos impidió acercarnos a la churrería de san Ana.
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