Este domingo pasado en el Rastro oí a un anticuario
al que conozco de vista preguntar a un librovejero si entre su material
(casi todo de medicina añeja) tenía "papel menudo". Antiguamente este apelativo aludía a impresos breves y clandestinos que se saltaban las ordenanzas de publicación. Pero hoy en día se refiere a hojas
sueltas, manuscritos, publicidad, estampas, fotos, cartas y postales que a menudo aparecen entre las hojas de los ejemplares encuadernados o
en cajas de zapatos, cuando no en bolsas de plástico o al buen tun-tun.
Ya
habían pasado antes los ultramarinos arramplando con lo más interesante
de estos legajos que carecen de depósito legal e ISBN. El librovejero, viejo librero, advirtió entonces al nieto que atendía con él sobre los que hojean los
libros (tomó uno y pasó sus páginas en abanico ante las mismas narices
del pipiolo) buscando ese tipo de ephemera para cambiarlo de lugar y
llevárselo de rositas.
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