Virus
Pasional o cartesiano, pero siempre excesivo. Durante veinte largos -¿o cortos?- años no conoció lo que era el límite, y probó, se pasó, experimentó, se metió en y de todo. Luego aconteció la ayuda exógena, una mano terrenal y otra impalpable, ambas tabla de náufrago, cuerda en el pozo. Sobrevivió; otros no lo hicieron. Por fin logró presumir de tres largos -¿o cortos?- lustros de superación, de control, reparándose, sin tacha.
Pero hoy -¡ay!- murió su madre… y él aceptó un cigarrillo, apuró un whisky, procuró compañía. El riesgo -la propensión, la recaída- aún estaba ahí, como virus inmortal: una vez es muchísimo, mil veces son pocas. Y encendió otro pitillo, pidió otra copa, acabó en otra cama.
[JVTN]
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