Nuestros amigos, los libros
Aquellos a los que la fortuna (ya se la deba llamar buena o mala) haya hecho pasar la vida en algún inminente puesto, pueden atestiguar por sus actos públicos cómo son. Mas a aquellos a los que han dejado confundidos entre el vulgo y de los que nadie hablará si no hablan ellos mismos, se les puede perdonar si se toman la libertad de hablar de sí a los que tengan interés en conocerlos, a ejemplo de Lucilio, del que Horacio en sus Sátiras decía: “Aquel confiaba todos sus secretos a sus libros como a fieles amigos, y lo mismo cuando se sentía feliz, como cuando se sentía triste, nunca se dirigía a otra parte; y así también su vejez está en ellos descrita como en un cuadro consagrado a los dioses.”
Montaigne, Ensayos
[JVTN]
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