George Borrow, "Don Jorgito el Inglés", colportor de la Sociedad Bíblica Británica, llega a León el 21 de junio de 1837. La ciudad le parece vieja, lúgubre e insalubre y, efectivamente, coge unas fiebres que le dejan doblado, de modo que tiene que delegar la difusión de sus ejemplares del Nuevo Testamento en un librero local. No parece que guardara buen recuerdo de esta estancia en la capital del Bernesga, que abrevió cuanto pudo por los motivos de salud indicados. A los pocos días de estar más o menos recuperado, salió tarifando para Astorga y Villafranca.
Porque los leoneses, con raras excepciones, son furibundos carlistas y ciegos e
ignorantes secuaces de la arcaica iglesia papal. La sede episcopal de León
estuvo ocupada en otro tiempo por el primer ministro de don Carlos, y parece que
su espíritu fanático y feroz llena todavía la ciudad. En cuanto aparecieron los
carteles, el clero se puso en movimiento. Fueron de casa en casa, fulminando
maldiciones y anatemas y amenazando con todo genero de desventuras a quien
comprase o leyese «los libros malditos» que los herejes introducían en el país
con propósito de pervertir las almas cándidas de los habitantes. Hicieron más:
incoaron un proceso ante el tribunal eclesiástico contra el librero. Por
fortuna, ese tribunal no posee ahora mucha autoridad, y el librero, atrevido y
resuelto, sostuvo el reto y llegó hasta fijar un anuncio en la misma puerta de
la catedral. A pesar del griterío que se levantó contra los libros, se vendieron
en León algunos ejemplares; dos fueron adquiridos por sendos exclaustrados y
otros tantos por párrocos de las aldeas vecinas. Creo que en total se vendieron
unos quince ejemplares, de suerte que mi visita a lugar tan atrasado no se
perdió del todo, porque la semilla del Evangelio quedo sembrada, aunque sin
parquedad. Pero las espesas tinieblas que envuelven a León son verdaderamente
lamentables, y la ignorancia del pueblo es tan grande que en las tiendas se
venden públicamente y tienen gran aceptación conjuros y encantaciones impresos
contra Satanás y su hueste y contra todo género de maleficios. Tales son los
los resultados del papismo, la falacia, que más ha contribuido a envilecer y
embrutecer al espíritu humano.
[Recordando a Mario y su querencia por los libros de viajes]
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