Stimmberg es poeta pero se niega a existir como tal: imprime cincuenta ejemplares de lo que ha escrito y regala cuarenta para alimentar a una cabra. Mientras tanto, las ruinas del Tercer Reich se desploman.
Uno de esos textos que con el tiempo se convierten en auténtico devocionario. Devocionario que, más que a creer, nos empuja a sospechar de la realidad.
[El Replicante D]
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.