ULTRAMARINOS
Aseguran que los blog duran dos años de media antes de morir de inanición. Celebremos pues que éste haya sobrepasado sin condena ese umbral fatídico y siga ahí, regocijándose y regocijándonos desde enero de 2013. En esa fecha una pandilla de heterodoxos eligieron un nombre chulo, Manual de Ultramarinos, un formato digital y a caminar. Escribo digital y es casi mentar a la bicha. Pero no, nadie se asuste. No sólo no renuncian al papel, lo reivindican, lo gastan reciclado y contribuyen a la publicación impresa, a la edición con gusto exquisito: La Galerna, Librastró los, La Galbana, Dakovika, Naufragios, Cuadernos del Astillero, El Dobladillo... (papel, papel, papel aunque sea de cuando en cuando, `espasmódicamente ́ diría Woody Allen)
Traperos del tiempo, perros románticos, poetas de la intemperie, vagamundos... gustan de rebautizarse ellos mismos, y casi todo en clave de `re ́, regatear, rebuscar lo que olas del expurgo hayan arrastrado hasta la orilla dominguera de Papalaguinda. Pací ca camarilla de ex- ploradores, chamarileros, letraheridos huroneando por rastros y librerías de viejo, raros compartiendo hallazgos raros, y por n sibaritas degustando en la intimidad del solitario. Así los imagino, así los veo.
No sé si tienen reservado el derecho de admisión, aun- que algún intruso se ha colado en su página y hasta se les ha ido sumando algún prohombre de las letras, por más que quieran huir de aglomeraciones, de lo o cial y de lo esnob, vale decir de la moda y de la fama. Adoran a dioses verdaderos (Onetti, Bolaño) o no tanto (Trapiello). Se escudan en el anonimato, se ocultan, se parapetan detrás de múltiples apodos meta-literarios. Así que no quisiera uno tal cosa, válgame Rulfo, pero ¿a ver si vamos a resquebrajar esa semi-clandestinidad con esta tonta referencia? Bah, tampoco es probable, estamos hablando de libros, no de fútbol.
Una adicción, un gustazo visitar su blog leonés/universal con regularidad, lo recomiendo a menudo, su- gerencia gratuita, de nada. Gloria pues en las bajuras a esos entusiastas, apasionados del saber añejo, marginales por voluntad propia, y libres, sobre todo libres, mucho más libres que el resto de mortales. Quiera San Jerónimo, o cualquier patrono insólito, que nunca caigan en la órbita de lo popular ni de lo comercial ni de lo institucional, y jamás en los círculos convencionales de divulgación de la cultura, amén.
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