25 de mayo de 2025

Fauna y flora / 3



 Ridruejo llegaba al Rastro con su bicicleta de afilador y una bolsa de embalaje para mudanzas donde traía los libros. Siempre presumió de que sólo vendía primeras ediciones rescatadas de los trasteros de las viudas más distinguidas de  la ciudad.  
Las malas lenguas decían que había sido falangista y que tuvo un título  nobiliario de marqués de Estella  que vendió a un escritor de León en la Plaza de Cascorro, de Madrid.  Cuando te acercabas a su puesto te daba los buenos días gritando: José Antonio, Presente!
Sólo una vez entré al trapo para comprarle Memoria de la nieve. Me soltó una arenga del "spazio vitale", de Mussolini y la hegemonía de Roma en el Mediterráneo. Hoy sospecho que no quería vendernos los libros, sólo quería fusilarnos con sus ensoñaciones fascistas.

Me dicen que hace tiempo que no aparece por el Paseo de Papalaguinda. En mi recuerdos sigue apareciendo como el profeta que grita en el desierto: "Canallas, yo no vendo morralla".

VKarbajc


P. S.
En el archivo fotográfico del Rastro no aparece ninguna foto de Ridruejo. Ya se ha convertido en un fantasma.



 

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