Catálogo mercurial de ultramarinos, Valencia, 1948 |
Como aperitivo a la esperada serie de entradas sobre
catálogos antiguos en Libro Albedrío en curso de redacción, se reproduce fielmente aquí (imagen y sonido) una
conversación dominical ultramarina que tuvo lugar hace unas semanas.
*******************************
Tinofc [con voz aguardentosa]: ¡Vaya
precios! Voy a dejar de venir al Rastro y a comprar sólo por catálogo…
Catálogo
Larsen [sin mirarle, escéptico, mientras
anota algo]: Sí, claro, el de IKEA...
Gromov: En el Rastro no sé, pero para los libreros
anticuarios el catálogo con mayúsculas es el Palau, que consultan como un oráculo. Alguno hay que
maneja factores de conversión que sólo él sabe para pasar los precios de las
míseras pesetas de cuando se publicó el Manual
del librero español, a los ladinos euros de ahora.
Amanuense [confianzudo]: No os enteráis. Hoy en día el meta-catálogo es la red. Éste [señalando
a Bombita] te busca y tasa el libro
que quieras en segundos, con su móvil. Te puede ir a la base de datos del ISBN
para ver el precio original si no es muy antiguo, y en addall.com te rastrea todos los portales habidos y por haber. La
globalización…
Bombita [muy orondo, trasteando con su
gadget]: ¡Y con tarifa plana!
Tinofc: ¡Cómo echo de menos cuando te
llegaban los catálogos de papel por correo postal, y dejabas lo que fuera
posible posponer para romper la faja y recorrer sus páginas! Todavía conservo
algunos muy currados por los libreros: Galgo,
Mimo, El Astillero,… Ahora te mandan por email un correo masivo de pedeefes
y a correr… [A Gromov] Tú, “enterao”,
supongo que catálogo viene de “catar”, saborear…
Gromov [con tonillo de pitagorín]: Pudiera ser, porque “catar” deriva de captare, tratar de coger. Pero por el
poco latín y menos griego que sé, creo más bien que catálogo procede de katálego, que significa “yo enumero”,
como en el catálogo de las naves del primer canto de la Ilíada. Y hablando de
latines y catálogos, hace unas semanas salió en el Infierno de Charlus y Jupien el Index Librorum Prohibitorum. ¿Alguien lo ha visto alguna vez?
Amanuense: Yo no, pero tengo su versión hispana,
el Novelistas buenos y malos del
jesuita Ladrón de Guevara, que es una delicia de crítica literaria
carpetovetónica. Creo que ahí es donde a Baroja se le llama “Don Pío el impío”.
Larsen: Claro, un buen catálogo es el que
hace crítica literaria. Lo dijo Borges.
Gromov [puntilloso]: A ver si citamos bien. Borges lo que dijo es que ordenar una
biblioteca es una forma modesta y callada de crítica literaria.
Larsen [picado]: ¡Ya salió el sabihondo! A
ver si te vuelves a Laponia y te que quedas allí.
Gromov: Cuando se dicen las verdades se
molestan las comadres, decía mi abuela.
Larsen [cambiando de tercio]: A ver, yo,
para ser sinceros, los catálogos que manejo son editoriales. Los hay muy
cuidados: Olañeta, Nórdica, Impedimenta,
Zorro Rojo y, por supuesto, Sirulanta (o Ataruela). Y últimamente el de Bonilla ...
Tinofc [resoplando, mientras chisca un
cigarro]: Pues a mí me parece que, más allá de críticas y demás, ojear un
catálogo, y sobre todo si es antiguo, es constatar una frustración: la de los
libros que (ya) nunca podrán ser tuyos.
Amanuense: Sí, te entiendo. Un catálogo es una
especie de pseudo-posesión, un sucedáneo del artículo genuino por interposición.
Ya os enseñaré catálogos antiguos que tengo, con libros a precios de risa que
hoy son invaluables, y con interesantes noticias de los Machado, Baroja, etc.
Bombita [con regodeo]: ¡Lo encontré! Mirad, éste es el que
me gusta a mí [mostrando la pantalla de su celular]:
Catálogo de Solteras que se conservan en la ciudad de Montilla |
*****************
[El conspicuo Spasavic nos envía este pickwickiano documento.
Acogiéndose a la primera enmienda, no nos revela sus fuentes.]
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.