[En el Rastro, cuando se va en comandita, siempre hay cierta reticencia en ser el primero en inquirir el valor del género. Es preferible esperar a que otro lo haga para, en el ínterin, hacerse una composición de lugar, expurgar lo seleccionado y diseñar una estrategia de regateo. Pero, al cabo, alguien ha de arrancarse y preguntar.]
LOTE(RÍA)
Gromov [al vendedor]: ¿A cómo valen estos
libros? [sin dejarle contestar] Mira que somos habituales: si nos pones tarifa
plana, te compramos más.
Tinofc [irónico, a Gromov]: Ya, y si de paso nos hace una tarjeta de fidelización, todavía incentivará
más el consumo.
Vendedor [que no se ha enterado de la misa la
media]: Vosotros hacer lote y luego hablamos.
Amanuense: ¡Ojo! que, en los portales virtuales de segunda mano, un solo artículo ya es
un lote. Es curioso lo que se ha impuesto la palabreja en ese ambiente: siempre
estás haciendo el seguimiento de un lote, valorándolo, votando por el pago de
un lote…
Larsen [bromista]: O pegándote el lote…
Bombita: ¡Hombre!, el lote, mejor dárselo uno en
persona que no por internet…
Gromov: Venga, a ver quién junta sus libros
con los míos para que abulten algo y nos hagan precio.
Tinofc: ¡Tarde
piache! Yo ya pagué los que me interesaban.
Amanuense: Pues yo, de aquí, no me llevo nada.
Larsen [con una buena pilastra a sus pies]:
Gromov, a mí no me mires: yo, contigo no me asocio ni para ir a atropar
duros. Bueno, eso era antes; ahora euros.
Gromov [resentido]: Vale, te tomo la palabra,
cada uno por su lado. Pero ojalá salga premiado el número de lotería que he traído
de Pucela para haceros participaciones. Ya verás entonces cómo me dices eso de
“en el amor, como hermanos”; y yo te replicaré: “y en las cuentas, como
gitanos”.
Amanuense: Es curioso, volvemos al principio,
porque la “lotería”, en vez de premios debería dar “lotes”, que significa
precisamente “lo que a uno le corresponde en un reparto”. Las dos palabras vienen
del francés: lot.
Bombita: ¡Pero si la lotería no da premios, y menos
aún ahora, con el mordisco que le pega Hacienda! Con suerte, lo que sí puedes
pillar es algo de “pedrea”. A mí, por lo menos, es lo único me toca.
Gromov: Claro, ¿no ves que no puede llover a
gusto de todos?
Tinofc [juguetón]: Bueno, si es “pedrea”, más que lluvia será “granizo” o “pedrisco”…
Supongo que el nombre tiene que ver con la superstición de que la lotería toca a
personas y lugares afectados por desastres y catástrofes.
Larsen: Una especie de justicia poética, ¿no?
Amanuense: Pues si eso se cumple, tal como han
venido dadas últimamente, ya me veo millonario.
Tinofc: El problema es que, como dijo
Tolstoi al comienzo de Anna Karénina,
“cada cual cree ver en su desgracia un caso particular y personalísimo”, y por
tanto, no sólo tú, sino todo el mundo se cree merecedor de una fortuna.
Larsen: Ya, y si todos fueran ricos, nadie lo
sería, ¿no es así?
Tinofc: Justamente. Conque ya sabéis:
“paciencia y barajar”.
Bombita: Eso, cuando queráis, porque yo con
los naipes sí que tengo suerte.
Gromov: Claro, porque eres desafortunado en
amores…
Amanuense [sonriente, pero un tanto perplejo]: A
ver, a ver, que creo que me he perdido con el argumento de antes. Si lo he
entendido, es como una variante del “mal de muchos, consuelo de tontos”, pero
cambiando la desgracia por buena suerte: o sea, algo así como “fortuna de
muchos, regocijo de nadie”.
Tinofc [pedagógico]: Te lo explicaré de otro modo. Mira, volvamos de nuevo con los
lotes, es decir, con lo que te toca en un reparto. Por ejemplo, cuando se corta
un pastel: todos desearían el trozo más grande, o al menos uno por encima del
promedio. ¡Pero es que es imposible que todas las porciones sean a la vez mayores
que la media! Para que haya una parte muy golosa, tiene que haber otra que sea
una birria.
Amanuense: Ya lo capto. Creo que has dado con el
principio psicológico en el que se basa el capitalismo. Aún más, siguiendo con
el símil, yo diría que el capitalista es el que corta el pastel (o mejor, el
bacalao) y al mismo tiempo, antes que nadie, elige ese trozo goloso del que
hablabas.
Tinofc: ¡Bah! ¿Y para qué tanta ansia? A mí [declama
con voz cascada]:
“Un ángulo me basta entre mis lares,
un libro y un amigo, un sueño breve
que no perturben deudas ni pesares.”
El que escribió estos versos tuvo una vida bastante
asendereada: murió en América pobre, solo y olvidado.
Larsen: Me recuerdan al epigrama de Marcial
que nos recitaste hace unas semanas. ¿De quién son?
Tinofc: Del capitán Andrés Fernández de
Andrada. Los escribió allá por 1613, hace justamente cuatrocientos años.
Gromov: Oíd: Stendhal decía que él se lo jugaba
todo a un billete de lotería cuyo premio consistía en ser leído cien años
después de su muerte. Pues entonces, el autor de la Epístola Moral a Fabio ya ha ganado con creces ese pedacito de
eternidad.
****************
[De las actas del acreditadísimo Spasavic]
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.