Los Más Preclaros Especímenes de la Rastrosfera
y XIII
La coda a esta animalística relación la constituye el propio Rastro
considerado en su conjunto. Se le suele comparar a un microcosmos, una especie
de representación en miniatura de acciones y pasiones que, de hecho, son
universales. Pero el Rastro es algo más que un teatrillo: es un ser vivo cuyo
orgánico crecimiento ha visto en ocasiones amenazada su continuidad, aunque incluso
bajo ocasionales conatos de desaparición ha sido capaz de abrirse camino y desarrollar
mecanismos autónomos de regeneración.
Sí, el Rastro es un animal polimorfo que, debido a distintas circunstancias adversas, ha sido acosado y objeto de varios éxodos, aunque en todos los casos se ha revuelto frente a sus detractores y atacantes, haciendo valer sus recursos para asegurarse la supervivencia. Es notable su proteica mutabilidad y capacidad de adaptación al sistema desde los márgenes (o incluso al margen) del mismo sistema.
Podríamos entonces comparar al Rastro con el Ave Fénix, epítome de aquello que perdura reinventándose... O con la Hidra, que se reproduce a partir de los muñones de sus heridas... Incluso con la Salamandra, que resiste al fuego y restaña su propia sangre... Pero, ¿no suena todo ello a tópico, a pura retórica?...
Por eso vamos a concluir este Bestiario de otro modo. Queremos hacerlo recordando a Ramón Gómez de la Serna, quien tanto y tan bien habló del Rastro y su variopinta fauna (viva y disecada), y que incluso llegó a dotar de alma a su “montón de cosas”. Lo consideraba un lugar de imágenes y de asociaciones de ideas, como ésta tan impensada y pintoresca: “...Animales, monstruos, mandarines, sacerdotes, guerreros, todos mudos, descreídos, curados de su exceso de poder, penetrados de la aplastante veracidad que es bóveda de la llanura…”. Y confiesa:
Sí, el Rastro es un animal polimorfo que, debido a distintas circunstancias adversas, ha sido acosado y objeto de varios éxodos, aunque en todos los casos se ha revuelto frente a sus detractores y atacantes, haciendo valer sus recursos para asegurarse la supervivencia. Es notable su proteica mutabilidad y capacidad de adaptación al sistema desde los márgenes (o incluso al margen) del mismo sistema.
Podríamos entonces comparar al Rastro con el Ave Fénix, epítome de aquello que perdura reinventándose... O con la Hidra, que se reproduce a partir de los muñones de sus heridas... Incluso con la Salamandra, que resiste al fuego y restaña su propia sangre... Pero, ¿no suena todo ello a tópico, a pura retórica?...
Por eso vamos a concluir este Bestiario de otro modo. Queremos hacerlo recordando a Ramón Gómez de la Serna, quien tanto y tan bien habló del Rastro y su variopinta fauna (viva y disecada), y que incluso llegó a dotar de alma a su “montón de cosas”. Lo consideraba un lugar de imágenes y de asociaciones de ideas, como ésta tan impensada y pintoresca: “...Animales, monstruos, mandarines, sacerdotes, guerreros, todos mudos, descreídos, curados de su exceso de poder, penetrados de la aplastante veracidad que es bóveda de la llanura…”. Y confiesa:
"Donde he sentido más aclarado el misterio de la identidad del corazón a través de la Tierra ha sido en los rastros de esas ciudades por que pasé, en los que he visto resuelto con una facilidad inefable el esquema del mapamundi del mundo natural".
HIC EXPLICIT BESTIARIUS RASTRI
SIVE
MAXIMI PRAECLARI SPECIMENES RASTROSPHAERAE
MAXIMI PRAECLARI SPECIMENES RASTROSPHAERAE
GROMOVIO GRAVITER ET LABORIOSE SCRIPTUS
LEGIO VII – VALLIS OLETUM
ANNO DOMINI MMXIV
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