9 de abril de 2014

Bestiario de Indias (II)




Como segunda acometida al tema del Bestiario de Indias traemos a colación el breve e ignoto texto que sigue:


BESTIARIO DE INDIAS  

Guillermo Eduardo Pilía  


A mediados del siglo XVI, Antonio Ruiz de Grazalema fue contratado por los duques de Medinasidonia con el fin de que recorriese las Islas y Tierra Firme de la Mar Océano, capturara cuantos animales fabulosos le salieren al cruce y los trasladase a España, "para maravilla de los naturales de estos reinos". Los de carácter pacífico, como el catoblepas, el unicornio o el fénix, serían transportados en jaulas con cuidado de que llegasen vivos a la península; en cuanto a los muy agresivos (la mantícora, el grifo, el endriago, si se topasen con ellos), Ruiz de Grazalema tenía licencia para darles muerte y llevarlos "embalsamados o empajados", como se decía en esos tiempos, a la metrópoli.

Lucano habla de los yáculos, serpientes aladas de veneno tan poderoso que la víctima muere antes de sentir la picadura; Plinio el Viejo escribe de un pájaro, la hercinia,  cuyo   plumaje  brilla  en la noche  como el ardiente fuego; San Isidoro de Sevilla afirma la existencia de los onocentauros, hombres hasta la cintura y asnos lujuriosos en la parte inferior. De todas esas bestias daban cuenta los registros del naturalista; y de su embarque en el puerto de Veracruz, en la secreta noche, para que los ojos del duque de Medinasidonia fueran los primeros en asombrarse con los prodigios zoológicos de las tierras calientes. 

Para descrédito de tan noble señor y de la Historia Natural, la nao naufragó a la altura de las Azores y todo el bestiario fabuloso y el desafortunado Ruiz se ahogaron en las negras profundidades. Sólo se salvaron las sirenas, que iban en la sentina a medio inundar como peces en una alberca. Por sus cantos hemos sabido de ésta y de otras inverosímiles historias. 
 


(Continuará, acaso)

[Gromov]

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