El martirizado libro de Bombita |
[Bombita, nuestro errático cometa ultramarino, se ha topado con un abultado mamotreto muy desportillado, con rústica encuadernación artesanal, al que faltan las
primeras y últimas páginas. Hojea el tocho, que suelta profusamente polvo de
varias generaciones, cuando aparece el resto de la tropa.]
Bombita: A ver si alguno me sabe decir qué
demonios es este amasijo de hojas.
Amanuense: Por el tamaño, si no es algo legal,
tiene que ser una novela por entregas. [Lo examina con ojo experto] Justo: es un
tomo descabalado de El Martirio de una Madre.
Larsen: ¿Y tiene algún valor literario,
monetario, o lo que sea?
Tinofc: Si lo tiene, será sentimental, para
quienes leían semejantes momios al calor familiar en su infancia.
Gromov: Disiento. La novela por entregas es
todo un género literario de gran interés sociológico (lo ha estudiado Ferreras,
entre otros). Su origen está en los folletines franceses de Eugenio Sue (todavía
se encuentran antiguas ediciones de Los
misterios de París y El Judío Errante),
que se comieron el mercado editorial de su época.
Larsen: Ya soltaste el discursito, Gromov. Pero no nos vendas la moto: hoy nadie
lee semejantes novelones.
Amanuense: Tal vez no. Pero, por influencia
suya, Balzac escribió la segunda parte de Las
Ilusiones Perdidas, y Víctor Hugo Los Miserables. Y en Rusia también
Dostoievski llegó a publicar por entregas “cositas” como Crimen y Castigo, lo cual tiene mucho que ver con su forma de
componer los personajes.
Gromov: Eso es. Y Dickens en Inglaterra también
publicaba periódicamente. En los malecones de los Estados Unidos, sus lectores americanos
esperaban impacientes las nuevas entregas de sus obras para ver si tal o cual
personaje había muerto o no. Justo como ahora los ávidos lectores hacen con
cada libro de Canción de Hielo y Fuego
(Juego de Tronos para los
televidentes).
Tinofc: Ejemplo estúpido donde los haya.
Amanuense: No menosprecies lo que no conoces. Y
no está mal traído, porque la novela es al cine lo que la novela por entregas a
la televisión. Ya habréis oído mil veces que si Shakespeare hubiese nacido en
nuestra época, habría sido guionista de alguna serie de la HBO.
Bombita [que no suelta su presa]: Todo eso me
parece muy bien, pero esta novela, ¿merece la pena o no?
Amanuense: No tengo ni idea: el papel y la
impresión es infame. Y por el título parece algo muy lacrimógeno. Mira a ver si
están las láminas.
Bombita: Alguna hay, pero la mayor parte están
arrancadas.
Gromov: Eso es porque la gente, antaño, a
falta de cuadros, pegaba estas ilustraciones en las paredes. Yo tengo una Genoveva de Brabante completa, a falta
de las láminas, justo por eso que os digo.
Tinofc: Yo, la novela por entregas que
conozco y aprecio es El Rey de Sierra
Morena, que cuenta las andanzas del bandido andaluz José María “el
Tempranillo”, un antecedente de Curro Jiménez.
Larsen: Pues a mí, que soy el más joven de
todos los presentes, lo que contáis me suena a batallita del abuelo Cebolleta.
Aunque, si bien se piensa, ahora que ha muerto la cultura del fascículo, el
reducto de las novelas seriadas es el mundo virtual. Mirad si no los Mortisagas y Dakovikas. Incluso nuestros
posts blogueros no son otra cosa que las entregas de una novela en curso…
Gromov: Eres trapielluno hasta la médula,
Larsen; y si no lo digo, reviento. ¿De qué me sonará a mí eso de “una novela en
marcha”?
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