27 de julio de 2015
24 de julio de 2015
Blogolatría bibliométrica
Otra mañana de domingo, poco antes de
la diáspora estival, hojeando un montículo de libros del año de la tana.
Amanuense [encorvado, mientras rebusca]: Me gusta esa sección del blog que
lleva por título “Los sedimentos del delta”, o algo así. Me refiero a la que
simplemente presenta las cubiertas de decenas de libros desportillados como
estos, cada uno de su padre y de su madre, que han desembocado juntos aquí, en
el Rastro.
Larsen: “Los restos del naufragio” se llama.
Amanuense: Eso. Una vez me puse a mirar por
curiosidad, y la mayoría de ellos no están ni en la Biblioteca Nacional.
Tinofc: Gromov, ya que tanto te aburres
podías contarlos y catalogarlos, seguro que hasta ahora van unos cuantos
cientos, o incluso miles.
Gromov: Polaco, yo sólo me aburro contigo. Hazlo tú, si te parece.
Tinofc: No me gusta la bibliometría, que
trata a los libros como los entomólogos a los insectos. Los cuantifica, los clasifica, los tipifica, los ficha,… y
les da igual su alma. Si me apuras, hasta la propia biblioteconomía me repatea. Y casi la bibliofilia también.
Amanuense: Entonces te aconsejo que leas la Carta sobre el Comercio de Libros de
Diderot. Es muy ilustrativa.
Tinofc: Prefiero El Sobrino de Rameau, con unos diálogos tan chispeantes que a su lado los de Spasavic palidecen.
Larsen: Esos libros fotografiados aquí domingo
tras domingo no han sido leídos nunca, para el caso es como si no existieran. Son
como el sonido de un árbol al caer en un bosque solitario: nadie lo oye.
Gromov: Pues por esa misma razón, tales
ejemplares no son objeto de la bibliometría. Esta ciencia (o lo que sea) se
interesa principalmente por computar citas recibidas, calcular lo que se llama
“índices de impacto”. Y ya me diréis qué repercusión puede tener o haber tenido
un libro [agarra uno de un montón y lo ojea] de 1924 titulado La Caída de Lucifer y la Cojera de Vulcano.
Su interés es meramente anecdótico.
Amanuense: Puestos así, esos mismos estándares
se pueden aplicar a blogs como el nuestro.
Gromov: Efectivamente, tal cual, dejadme que
os explique. Uno de esos factores de impacto de los que hablaba es el índice h (inicial del que lo inventó hace unos
años, un tal Hirsch). Resulta que un autor tiene un índice h, pongamos, de 7, si ha conseguido que 7 de sus publicaciones
tengan al menos 7 citas cada una. Podrá tener muchas más publicaciones, por
supuesto, pero menos citadas. Y así, ese número mágico da la idea de su
difusión.
Tinofc: Vaya coñazo; lo que decía, la
bibliometría que se vaya al carajo. Sin embargo, a ti te veo muy puesto en esas zarandajas.
Gromov: A lo que voy: el mismo esquema se
puede aplicar a un blog. Su índice será h
si tiene h posts leídos cada uno por al
menos h personas (para ser rigurosos,
deberían estar enlazados, pero bueno, por simplicidad lo dejaremos sólo en
leídos).
Larsen: Pues nosotros cumplimos 2000 posts
no hace mucho.
Amanuense: Entonces, si lo he entendido bien, Manual
de Ultramarinos (el blog) podría tener, al menos en teoría, un índice h de 2000, si cada entrada hubiera recibido
2000 visitas.
Larsen: Eso es una utopía. La entrada más popular
tendrá unas 300, para que te hagas una idea.
Tinofc: ¿Y esto a quién le interesa? Yo,
cuando en la tele dan los índices de audiencia y en la radio las oleadas del
EGM, cambio de canal.
Gromov: A mí me interesa, y supongo que a
alguno más de los aquí presentes. Pues que sepáis que Blogger pertenece desde hace un tiempo a
Google, que es mucho más que un buscador. Y hay una herramienta, Google Analytics, que permite obtener el índice h de un blog. Hay que decirle al webmaster que lo calcule.
Larsen: No hace falta tanta sofisticación [señala con el índice al Amanuense, al Polaco, a Gromov y a sí mismo mientras cuenta en voz alta]: 1, 2, 3 y 4. No creo que ese dichoso índice suba mucho de este número.
[Scientiometric Spasavic]
23 de julio de 2015
22 de julio de 2015
Lo feo es bello y lo bello es feo
Debido a su diseño eminentemente práctico, sin concesión alguna a la estética, es francamente feo y contrahecho, y en su flacidez granujienta, en sus pliegues y colgajos, en su color virada entre rojiza y violácea, en su tez granulosa e irregular, contrasta vivamente con la tersura y belleza del resto del cuerpo femenino.
(Texto: Juan Eslava Galán, Homo Erectus;
Imagen: anónimo japonés, circa 1850)
Imagen: anónimo japonés, circa 1850)
Una temporada en el infierno
Charlus&Jupien
21 de julio de 2015
Pushkin y las langostas
Pushkiniana (vía Yandex) |
Tras una de sus fechorías, como castigo, Pushkin fue comisionado para evaluar los daños de una plaga de langostas. Este es el informe que evacuó:
«Por el llano volaban las langostas,
todas a una en la tierra se posaron,
con todo lo que vieron acabaron,
y volando se fueron a otras costas».
(Gromov, leído en El Mar Negro de Neal Ascherson)
20 de julio de 2015
Grados de catadura moral
Ocurre en una librería de viejo. Está hojeando un libro y dentro de él aparece un billete de 20 euros. ¿Que hace?
- Se lo indica amablemente al librero (Cándido)
- Compra el libro con el billete dentro (Bubble Boy)
- Compra el libro y paga con el billete (Gromov)
- El libro le da por saco, así que mete el billete en otro que sí le interesa (Viperino)
- Se guarda el billete tan ricamente en el bolsillo de la camisa (Garduña)
Bestiario del Quijote (XLVII)
Cervantes y sus modelos, por Ángel Lizcano |
La rémora
Para señalar la causa de que un
pescado tan pequeño pueda hacer un efecto tan grande como detener una nao en
medio de su movimiento, no hallan los autores razón natural. Deste pececillo
¿qué razón se puede dar de sus fuerzas y de su poder? Este anda en las aguas
como los otros peces y en ellas muestra su fortaleza, sin tener cuerpo para
tanta violencia, con su boca se apega a la nao y no hay fuerza poderosa para la
suya; porque ni el ímpetu de los vientos ni la fuerza de las olas, ni la
solicitud de los remeros bastan para mover la nao donde una vez está asido sino
apartándole della.
Fue este pescado entre los antiguos
símbolo del impedimento y estorbo, por el efecto que hace de retardar las naos.
(del Tesoro de Covarrubias)
En su reciente biografía Cervantes, la Figura en el Tapiz, Jorge García López hace caer varios mitos sobre el autor del Quijote: la visión judaizante de Américo Castro, la erasmista de Bataillón, la noventayochista de Unamuno... Y también critica la perspectiva de Cervantes como "ingenio lego" que propugnó, entre otros, Menéndez Pelayo:
[Como el propio Cervantes] una verdarera pléyade de escritores de la época [Lope de Vega entre ellos] no cursa el equivalente de los actuales estudios universitarios. Ni falta que les hacía, porque innumerables son los caminos para obtener una buena formación literaria y sobre todo para acceder a la verdadera creatividad estética. Y ya sabemos que, antes y ahora, el conservadurismo cultural y la enemiga contra cualquier innovación se atrincheran casi siempre en las instituciones oficiales, y significadamente en la universidad.
Curiosas líneas donde, paradójicamente (o no tanto), un Catedrático de Literatura de la Universitat de Girona hurga en la herida de la rémora universitaria.
(Gromov)
17 de julio de 2015
16 de julio de 2015
15 de julio de 2015
14 de julio de 2015
Avance informativo
Una edición de Alicia a través del Espejo, de editorial Alborada, que compré en el mercadillo de Valladolid hace unos domingos |
Cuando acabe con el Bestiario del Quijote, dentro de unos doscientos posts, comenzaré con el de Lewis Carroll, donde hay materia para otros tantos: El Dodo, el Snark, el Grifo, el Gato de Cheshire, la Tortuga Artificial,...
Doy como avance al Jabberwocky en versión de Ramón Buckley, una de las que más me gustan para las poesías dementes de Carroll (imagen de arriba). Estimo también mucho como traductor a Eduardo Stilman, aquí podéis ver su recreación. Y es también notable otra traducción muy reciente que se debe a Julio Trujillo.
(Gromov)
13 de julio de 2015
La tierra recordada
El paisaje comunica una impresión de absoluta per-
manencia. No es hostil. Se limita a estar presente:
intacto, callado, íntegro. Es muy solitario, pero ante
la ausencia de todo rastro humano uno tiene la sen-
sación de comprender esta tierra y de poder ocupar
su lugar en ella.
EDMUND CARPENTER
Una vez en la vida cada hombre debería concentrar
sus pensamientos en la tierra recordada. Debería
abandonarse a la memoria de un paisaje par-
ticular de su experiencia; contemplarlo desde el ma-
yor número de ángulos posibles, admirarlo, compla-
cerse en él.
Debería imaginar que lo toca con las manos en
cada una de las estaciones y que escucha los sonidos
que allí se producen.
Debería imaginar las criaturas que lo pueblan y
hasta los más tenues movimientos del viento. De-
bería recordar el resplandor de la luna y los colores
del alba y el atardecer.
N. SCOTT MOMADAY
(Bubble Boy vía Barry López. La foto es de J.Mª Mellado)
Jaculatoria
11 de julio de 2015
10 de julio de 2015
Bestiario del Quijote (XLVI)
The Invisible Man of La Mancha
Hablábamos en una entrada anterior de los Monstruos Clásicos (o Monstruos de la Universal) y comprobamos ahora que, repasando la nómina de los que han ido apareciendo en este bestiario quijotesco, ya hemos tratado de casi todos: la Momia, el Hombre Lobo, Drácula, Frankenstein, el Doctor Jekyll y Míster Hyde,… Se suele incluir también en esta lista a Godzilla, y aunque algunos vestiglos y endriagos quijotescos (singularmente en la interpretación romántica de Doré) tienen mucho de godzillesco, nos negamos a considerar a este engendro como “clásico”.
Pero aún queda por hablar de otro ser desarraigado de la
humanidad, nacido a finales del siglo XIX, que sí ha adquirido esa
categoría en el imaginario colectivo. Nos referimos al Hombre Invisible de H.G.
Wells, también llevado al cine por la citada productora, como Frankenstein, de
mano de ese demiurgo de Dioses y Monstruos que fue James Whale (recomiendo el
libro sobre su cinematografía en la editorial Calamar, otra más para nuestro
bestiario editorial).
Pero, ¿qué tiene que ver el
Hombre Invisible con Don Quijote? Pues mucho, más de lo que pudiera pensarse, como
trataré de argumentar. No en vano Ítalo Calvino tomó al Caballero de la Triste
Figura como modelo del suyo Inexistente, un ideal sublimado sin soporte carnal que
en la cubierta de Daniel Gil para Alianza Editorial podemos ver como una
armadura hueca, con la visera del yelmo levantada y sin nadie dentro, ¿o es que hay alguien, pero no lo vemos? Como quiera que sea, la coraza le confiere corporeidad del mismo modo que las vendas dan presencia a la
invisibilidad del personaje de Wells. Diseño editorial metonímico, por cierto, en el que
Planeta y Harper Collins se han
inspirado para alguna de sus mejores ediciones del Quijote tanto en castellano como en inglés.
Si sostenemos que, como el personaje de Calvino, también el de Cervantes es un hombre invisible, seguramente se nos tome por tan locos como él. Pues para no ser visto, el Caballero debería pasar inadvertido, mimetizarse con el paisaje, lo cual no ocurre ni de lejos en el caso del de la Mancha. Ya que por doquiera que aparece, nunca pasa desapercibida su estrafalaria facha con anticuada armadura y pertrechos de acometida y defensa. Precisamente uno de éstos últimos había incluso llamado la atención del propio Don Quijote por lo que relucía. Nos referimos al yelmo de Mambrino, botín arrebatado en singular batalla cuya posesión asegura la invulnerabilidad a quien lo posee. Ahora bien, según los libros de caballería, ello era posible porque esta rica ganancia otorgaría la invisibilidad a su portador. Así que nuestro Hidalgo, que creía a pies juntillas en tales novelerías, se consideraría invisible en su trastornada imaginación. Aunque lo cierto es que tal cualidad se convierte de hecho en un arma de doble filo, y así se explica que en sus anzanzas se vea arrollado repetidamente por ovejas, cerdos, etc. Ello ocurriría simplemente porque las bestias no llegaban a vislumbrarle.
También consideraba invisibles
Don Quijote a sus malignos enemigos, los encantadores (y, efectivamente, no
llegamos nunca a ver ninguno). Alguna de sus malhadadas acciones, como la de
hacer desaparecer su biblioteca, se hacían socapa de esa impunidad que es otro
de los ideales que conlleva la invisibilidad. Algo que el ser humano ha buscado
desde siempre: creemos recordar que algún personaje de los Ensayos Filosóficos de Balzac la llegó a conseguir, y que la influencia de este mito debe retrotraerse por lo menos a
los cuentos de Las Mil y Una Noches.
(Gromov)