Alucinante conversación, el de Cadórniga se fue ante el vuelo que cogía la charla. Encontré el libro de Los cafés literarios de Bonet Correa y, haciendo honor a su leyenda de no mercar, no dijo que no me lo vendía sino que ese libro no debía estar ahí, en la repisa superior de su mesa sino abajo, donde están los libros que no están en venta. Reclamé y le dije que estaba arriba y aseguró que una mano que no era la suya lo había puesto mal. No creo que se refiriera a mí y, como siempre, se ofreció a prestármelo.
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