Apreciadísimo editor: sé que el adelanto que me hizo sobre los derechos de "20 años de decadencia. Memorias de la mejor librería el mundo" le da derecho a que yo le remita lo que vaya escribiendo. Y sé también que me he retrasado un poco en mi tarea. Pero creo, humildemente, que no era necesario ni preciso que enviase un sicario para trasladarme la impaciencia que a usted le aprieta. Un simple llamada telefónica habría sido bastante para recordarme mi obligación porque soy persona de honra y cumplo con mis deberes sin coacciones.
Me hallo en disposición de transmitirle que se encuentra casi finalizado el prólogo de los 20 años decadentes que le haré llegar en fechas próximas.
Reciba un cordial saludo y póngame a los pies de quien usted considere pertinente para relevarle, así, a usted de la obligación de postrarse usted a los pies de ese tercero.
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