Jorge terminó de escribir El desierto y su semilla en 1995. Por entonces era un crítico prestigioso. Presentó la obra al Premio Planeta y no fue siquiera preseleccionada. Él mismo la editó y publicó en 1998, con un texto en la solapa cuyo sarcasmo aún estremece: “Una gran corriente de consuelos afluyó hacia mí cuando se produjo el primer suicidio en la familia. Cuando se desencadenó el segundo, la corriente se convirtió en un océano vacilante y sin condiciones. Después del tercero, las personas corren a cerrar la ventana cada vez que entro en una habitación que está a más de tres pisos. En secuencias como esta quedó atrapada mi soledad”.
Libro recomendado por Leo, librero de Galatea
[el trapero]
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