M O R T U A R I O
C e m e n t e r i o U l t r a m a r i n o
Con retraso se reunió de nuevo la
logia ultramarina, ya metidos los gélidos fríos invernales por los puestos del
Rastro de antigüedades de la calle de Cadórniga. Allí su gran maestre, cubierto
de gorro peruano y subida la bufanda hasta las hirsutas patillas, hizo guardia
de incógnito una hora antes rebuscando entre los candelabros retirados y los
apolos y las dafnes tiritando. Se proveyó de libros todos tiznados como cuando
compraba ingentes cantidades mientras llegaban, goteando, los envejecidos renqueantes
traperos del tiempo.
Los de los puestos les miraron muy
raro cuando se sacaron la foto colectiva ya que los rastreros todos son
contrarios a los grupos, individualistas acérrimos, hoscos solitarios,
nostálgicos desconfiados. Una vez ya dentro de la bodega del bar Begoña, que
está a mitad sobre el suelo y a medias bajo tierra, se dio presentación a los
obituarios de hombres vivos. Casi ninguno respetó la etiqueta, como siempre,
que era luto y ropa vieja, a excepción del editor malabia y del editor Eolo,
que fueron más allá de lo pedido viniendo vestidos directamente de finados.
Leyénrose los textos dedicados a los
personajes ultramarinos de cuerpo presente y se dejaron los otros para la
intimidad corriente. El discreto Vokislav Karbajc se estrenó declamando
hermosos textos suyos, escritos con la pluma mojada en el tintero dakovikiano
del cuervo. El pequeño Mortisaga desenfundó su bolígrafo por esta vez
descargado de hilos venenosos para alabar a los finados y el cuervo rememoró
las principales hazañas ultramarinas de aquellos que glosó, uniendo a la
caricatura el retrato de espíritu.
Se fueron luego a comer a la cueva,
esta vez sin las llamas de la chimenea. Rememorando brindis pasados hicieron
los nuevos y se removieron romas con santiagos en sus disquisiciones muchas
sobre literatura y literatos, poetas y poetastros, figurones, fantoches o
genios lamentables y olvidados y, sobre todo, de libros olvidados.
Prometieron verse demasiado pronto
según la agenda y calendario del gran malabia que reclamó tener al punto una
secretaria para atender el mucho trabajo de temporal trapero que sólo le llega
de pascuas a ramos.
[El cuervo]
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