11 de abril de 2022

El último día de la infancia





EL ÚLTIMO DÍA DE LA INFANCIA



Nos tocaba clase de Ciencias. La profesora entró, se sentó y abrió el libro de texto por el tema quince, el último del curso.

─Aunque no entre en el examen final, os voy a contar unas cuantas cosas sobre el universo ─dijo levantándose para encender la pizarra digital.

Después ordenó a Toño Valcárcel que corriera las cortinas de las ventanas, momento en el que varios alumnos aprovecharon la ausencia de claridad para intercambiarse los asientos, a espaldas de Lucía, que en esos instantes precisos buscaba en su bolso el dispositivo USB que utilizaría.

El resplandor de la pantalla iluminó la penumbra con un brazo de la Vía Láctea, mientras de fondo sonaba la parte cuatro de Oxygène, el álbum de Jean-Michel Jarre. Durante los minutos que duró la composición, se sucedieron con lentitud imágenes del sol, de los planetas de nuestro sistema solar y algunas galaxias de tonos irisados. Al acabarse la presentación de PowerPoint, la música siguió sonando en bucle en un volumen más bajo, que nos permitía escuchar las palabras de Lucía: las órbitas de los planetas y sus satélites, las distancias siderales, los infinitos misterios que aguardaban al ser humano más allá de nuestra atmósfera... y la certeza de que la luz emitida por muchas estrellas tal vez pertenezcan a cuerpos celestes ya apagados.

Traté de rebelarme contra esta idea cruel y peregrina buscando con desesperación el fulgor de Estrellita Cienfuegos, a quien descubrí besándose con Carlos Almeida, tras Bermudo Giganto.

El profundo desgarro que sentí en las entrañas me indicó que Lucía estaba en lo cierto: la luz de las estrellas son solo un sueño. El desengaño me hizo renunciar a la vocación por los estudios de astrofísica recién surgida de aquellas explicaciones apasionadas.

Sin embargo, veinte años después, tras accionar mi pie derecho el primer clic de la mina antipersona que acabo de pisar en un descampado de las afuera de Herat, suena en mi cerebro la parte cuatro de Oxygène. La memoria desmenuza el tiempo pasado, detiene el presente. El dulce eco infantil de Estrellita Cienfuegos se mezcla con la melodía. Ahora sé que Lucía no tenía razón. La velocidad de los astros me espera tras el segundo clic, la misma a la que viajan las cenizas de la luz a través del universo.


José Miguel López-Astilleros


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