Una posible fórmula para urdir una narración autobiográfica: reorganiza tus diarios y pon en valor las tramas que encuentres en ellos, o invéntalas a partir de los meros sucesos, que por sí solos no son nada. Lo que salga ¿será diario o novela? ¿Serán galgos o podencos? (No autoficción: dejemos eso para los autores de moda). ¿Y acaso una novela no podría entenderse siempre como la condensación de uno o varios diarios, reales o posibles, en la que la vida se complica e intensifica, quizá se acelera, porque en el espacio de unas pocas páginas, o no tan pocas, a sus personajes les suceden cosas que en una vida sin argumento, mera sucesión, no se dejan acotar ni forman relato alguno?
El autor de este Año sabático ha querido contradecir esa querencia del mero acontecer anotado en sus diarios. El resultado: un sinfín de cosas vividas por él se articulan en un año que no se corresponde exactamente con ninguno de los suyos. ¿Ficción? ¿Y qué vida, en tanto que relato, no lo es?
>La sombra de Caín
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