27 de febrero de 2013

Las malas compañías




El Rastro, febrero de 2013



El río bajaba turbio. La garza blanca, como las ilusiones perdidas, no apareció. Los paseos nos saben mejor  con los novísimos y su estética de belleza decadente, la cartilla escolar antifascista con prólogo del semita A. M. Molina, los libros que se pierden en la biblioteca del altillo, las dudas que resuelve  el librero de Galatea...
En Reto encontramos un ejemplar de Montalbán, el padre de Carvalho, sobre la gastronomía,  pero las recetas del segundo volumen habían sido secuestradas por una discípula de Adrià. Entre los libros de Reno, de HTML y Java,  Julio Camba se hizo presente con sus artículos de Britania e Italia en una edición no  venal de AGP (almacenes generales del papel o aquí ganamos poco). También fueron exhumados dos cadáveres exquisitos: Umbral y Cela, los dos en el mismo ataúd.
Según nos íbamos acercando a la chatarrería de los incunables nos encontramos al Amanuense con su bolsa del capitán Trueno, la Codorniz, Hermano lobo y Hola; en su papel de "Solo ante el peligro" ante tres cuatreros, que no lo veían como una amenaza, mantuvo el tipo.
En la escombrera de Barcelona brillaba como un diamante del chino "El último encuentro" de S. M.
El Ilustrado, coleccionista patológico, cribaba un caja de sellos ante el capitán Nemo que le repetía, una y otra vez, que le vendía toda la caja. Cerca del río, la policía local amenazaba a los desposeídos para que dejasen libre el jardín. Allí encontré a Tinofc más nervioso de lo habitual y me preocupó. Había encontrado : a los Jethro Tull -sus quintos-, algún libro de ediciones del Oeste (Delgado, Fierro) y una novela de su vecino poeta, Artigue, que esperaba que se la dedicase.
Hoy, Messi estaba contento porque su equipo prometía, esta temporada, la gloria (o el infierno de los tifosi), y porque había vendido la colección completa de una diosa del género pedagógico.
A la vuelta de la esquina llegaban contentos el Amanuense y el Pescador. Se nos acercaron para enseñarnos unas memorias: "En la jaula del león" de A. Marqueríe y un libro sobre Lorca de A. Barea. Ya dicen que hay tanto placer  en enseñar el tesoro (!ay, la envidia!) como en encontrarlo. Con su rollo de papel de regalo para sus envíos de rastrOnline se fueron felices.
Nos llamaron de una furgoneta para enseñarnos nuevo material, observamos que la policía no nos vigilaba y nos acercamos. Todas las cajas estaban escabechadas (como decía nuestro buen amigo Mario). Le sugerimos al joven que utilizase el papel para hacer una hoguera, así hacer la mañana más llevadera y el invierno más poético con las pavesas tipográficas.
Con la debilidad del pirómano nos alejamos bajo un cielo de ceniza.








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