4 de febrero de 2013

Las malas compañías




El Rastro, febrero de 2013



En la esquina de la acera del casino montaron su barricada de libros los bolcheviques. Al grito de viva la revolución rusa se acercaron todos a revolver entre las cajas y las bolsas. El pescador perdió un libro, que tenía en las manos, en el coto vedado; tampoco tenía cambio para saldar sus deudas. Tinofc encontró una biografía del Gil de Biedma y buscaba intermediario para que la transacción le resultase más barata. El amanuense solamente tenía una preocupación, a falta de género interesante para su rastrOnline,inmortalizar al esquivo Larsen y sus crónicas de ausencia de H. Saña. Panero, el asceta, encontró el camino de la iluminación en el fondo de una bolsa con el zen budista y el onanismo.
"¿De dónde habrá salido tanta morralla variopinta?" El amanuense se había levantado existencialista. Enfrente del puesto Larsen trapicheaba con el marchante con un libro de arquitectura contemporánea de la editorial Aguilar. Pasó husmeando Ridruejo.
Entre lo libros y el frío se erigía Trostky que llegaba del sóviet de Petrogrado con su gorro de la estepa rusa, su barba de profeta maldito y sus palabras encendidas.
"Toda la semana me he pasado escogiendo el género en una nave. ¡ No saques tantos libros que cuántos más hay menos compran! Ya he conseguido esta mañana más que el domingo pasado con cuatro relojes"

Que la vida iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde...  ¡ Cuánta morralla!





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