Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era Tzu que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu.
(de la “Antología de la Literatura Fantástica”
de Adolfo Bioy Casares, Silvina Ocampo y Jorge Luis Borges)
Es
curioso como los dos más famosos microrrelatos en castellano, el del dinosaurio
monterrosiano (recientemente publicado por Malabia en edición ilustrada)
y el arriba transcrito, ocurren en los instantes de vigilia
inmediatamente posteriores al sueño. De la misma filiación a lo recientemente soñado es susceptible el Narrador al comienzo de En busca del tiempo perdido:
Tal vez ello tenga una explicación fisiológica:
Mucho tiempo he estado acostándome temprano. A veces, apenas había apagado la bujía, cerrábanse mis ojos tan presto, que ni tiempo tenía para decirme : «Ya me duermo». Y media hora después despertábame la idea de que ya era hora de ir a buscar el sueño; quería dejar el libro, que se me figuraba tener aún entre las manos, y apagar de un soplo la luz; durante mi sueño no había cesado de reflexionar sobre lo recién leído, pero era muy particular el tono que tomaban esas reflexiones, porque me parecía que yo pasaba a convertirme en el tema de la obra, en una iglesia, en un cuarteto, en la rivalidad de Francisco I y Carlos V. Esta figuración me duraba aún unos segundos después de haberme despertado : no repugnaba a mi razón, pero gravitaba como unas escamas sobre mis ojos sin dejarlos darse cuenta de que la vela ya no estaba encendida. Y luego comenzaba a hacérseme ininteligible, lo mismo que después de la metempsícosis pierden su sentido los pensamientos de una vida anterior; el asunto del libro se desprendía de mi personalidad y yo ya quedaba libre de adaptarme o no a él; en seguida recobraba la visión, todo extrañado de encontrar en torno mío una oscuridad suave y descansada para mis ojos, y aún más quizá para mi espíritu, al cual se aparecía esta oscuridad como una cosa sin causa, incomprensible, verdaderamente oscura. Me preguntaba qué hora sería ; oía el silbar de los trenes que, más o menos en la lejanía y señalando las distancias, como el canto de un pájaro en el bosque, me describía la extensión de los campos desiertos por donde un viandante marcha de prisa hacia la estación cercana; y el camino que recorre se va a grabar en su recuerdo por la excitación que le dan los lugares nuevos, los actos desusados, la charla reciente, los adioses de la despedida que le acompañan aún en el silencio de la noche, y la dulzura próxima del retorno.
(Traducción de Pedro Salinas)
Tal vez ello tenga una explicación fisiológica:
El despertar y el nivel de conciencia están controlados por el Sistema Activador Reticular Ascedente (S.A.R.A.). Múltiples vías ascendentes que transmiten información sensitiva a los centros superiores son canalizadas a través de la formación reticular, la cual a su vez proyecta esta información a diferentes partes de la corteza cerebral y esto hace que una persona que duerme, se despierte y alcance un estado de prístina autoconsciencia y lucidez.
(SNELL, Formacion Reticular y Sistema Límbico)
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[Piero della Biondetta, siempre buscando asociaciones]
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