El tren de la felicidad
«Te lo dije el año pasado, mamá; pero no me hiciste caso.»
⎯Tengo 49 euros en la hucha. ¿Cuánto dinero tengo en la hucha, mamá?
⎯No sé.
⎯Tengo 49 euros. Vi en el escaparate de ToysRus un tren que cuesta 49 euros.
⎯¡Qué barbaridad, ese tren no se va a comprar!
⎯Es que es el tren de la felicidad.
«No entendiste la importante que era para mí. Creíste que lo olvidaría, pero no fue así. A pesar de todo, no te hice responsable de las desgracias que sucedieron desde entonces en mi vida. Hasta que una noche intenté prenderle fuego a la habitación de los trenes de mi hermano muerto, y me quitaste el encendedor de un bofetón. Tus ojos, mamá, se los comieron las larvas, y tus abrazos se cubrieron de escamas frías. El rojo de la felicidad te inunda ahora la garganta para siempre. Papá dice que si me porto mal, me encerrará con los trenes de Héctor y un encendedor nuevo de gas.»
[J.M. López-Astilleros]
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