Para el nativo
digital, el libro no ocupa lugar
(ni tiempo)
El analfágrafo
cuenta los libros por número de
ejemplares o volúmenes (antiguamente
llamados cuerpos de libro)
El comprador
del rastro tiene como referencia las bolsas de libros que atestan su maletero
El vendedor
del rastro se rige por el número de cajas de libros que transporta en su furgoneta
El bibliófilo
de campanillas tiene su mente compartimentada en las baldas o anaqueles de sus estanterías
El librero
feriante mide en metros de
caseta o en palés de libros
[Piero della Biondetta]
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