Otra conversación interceptada, esta vez entre el Ilustrado, el Amanuense, Simenon y un Erudito Local que no ha podido ser
identificado. Fue ante el puesto del Pastor
en una radiante mañana otoñal.
FACSÍMIL
Los facsímiles dilectos de los interlocutores: las Cantigas, el Dioscorides de Laguna y el Quijote
Pastor: Aprovechar, que hoy va todo a un
euro [señalando a su derecha]. Bueno, estos de aquí.
Ilustrado [a Simenon]: Mira esta Historia
de los Girondinos de Lamartine en tres tomos. Está claro que están
reencuadernados, pero ¿son auténticos o facsímiles, que te parece?
Pastor [mosqueado]: A mí me dijo un librero
que eran viejos.
Simenon [al Pastor, chupeteando su pipa]:
A ver, que preguntar si es facsímil no es desprestigiar ni devaluar la
obra…
Amanuense [terciando, examinando uno de los ejemplares]: Yo
creo que no es original. Este papel parece muy bueno y bien conservado para
tener más de cien años y, además, le han pegado un buen guillotinazo. Pero si hasta
las manchas de óxido parecen reproducidas…
Erudito Local [levantando la vista de la morralla
de a euro]: ¿Tenéis un cuentahílos? Con un cuentahílos se puede saber.
Simenon [perplejo ante la pregunta]: Yo los
únicos facsímiles que manejo son los de Google
Books, así que no tengo ni idea de eso.
Amanuense: Pues los hay muy buenos. La
Biblioteca Nacional, una vez digitalizadas, vende sus mejores obras en facsímil,
asociada con una editorial llamada Bubok.
Ilustrado: Ya, pero las editoriales
especializadas son Moleiro y Edilán. ¿Cuáles son los mejores
facsímiles de vuestras bibliotecas?
Erudito Local: Yo, unas Cantigas de Alfonso
X el Sabio que da gloria verlas. Justamente, en Edilán.
Amanuense: Pues yo, la Materia Médica de Dioscórides anotada por el doctor Laguna, en edición
especial para Felipe II, editado por la Comunidad de Madrid.
Ilustrado [contundente]: No los cambiaría por
mi Quijote de la Hispanic Society of America impreso por Papeles de Son Armadans – Alfaguara en papel verjurado.
Simenon: Sí, cuando el centenario hubo
algún “espabilao” que quiso colar un desportillado facsímil como original. Pero a mí me basta con el Quijote de Riquer, del que se han hecho cientos de ediciones anastáticas. Por cierto,
esta palabreja viene de anástasis,
que significa “resurrección”: el facsímil de los pobres, vamos. O sea, una
reimpresión utilizando las mismas planchas o fotolitos que la primera edición.
Amanuense: En cualquier caso, un facsímil es un
“quiero y no puedo”. Ya sabéis lo aficionado que era Walter Benjamin al
coleccionismo, y lo que se preocupó de la obra de arte en la época de la
reproducción técnica. Pues bien, para él, un buen libro era una obra de arte, y
un facsímil (su propio nombre lo dice: fac
simile, haz semejante) un claro exponente de esa clonación de lo bello.
Pastor [alucinando]: Pero bueno, ¿me vais a comprar los libros o no?
Simenon: Yo no. Ya los tengo en editorial
Sopena.
Ilustrado: A mí no me petan. Son mejores las
historias de la revolución de Thiers o Michelet.
Amanuense: A mí sí me gustan, pero es que se me
suben mucho.
Erudito Local [afable]: Pues lo que es yo, ya no tengo
sitio para tanto libro.
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[Otra cala del archivo de Spasavic, biblioperito (que no
bibliopirata)]
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