Zebra Amazons (Benda)
CEBRAS
El otro, que bate las hijadas con los herrados carcaños a aquella pintada y lijera cebra, y trae las armas de los veros azules, es el poderoso duque de Nervia, Espartafilardo del Bosque, que trae por empresa en el escudo una esparraguera con una letra en castellano, que dice así: "Rastrea mi suerte".
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Aun haré cuenta que voy caballero sobre el caballo Pegaso, o sobre la cebra o alfana en que cabalgaba aquel famoso moro Muzaraque, que aún hasta ahora yace encantado en la gran cuesta Zulema, que dista poco de la gran Compluto.
(Primera parte)
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El arzón trasero de la silla pasó de un salto, y sin espuelas hace correr la hacanea como una cebra. Y no le van en zaga sus doncellas; que todas corren como el viento.
(Segunda parte)
Los intentos de domesticación de la cebra (equus quagga) llegaron al extremo de engancharlas a
carros: fueron probadas como animales de tiro en Sudáfrica en el siglo
XIX, el excéntrico lord Water Rothschild desfiló por las calles de
Londres en un carruaje tirado por cebras. Lamentablemente, las cebras se
vuelven terriblemente peligrosas a medida que envejecen. [...] La cebra
tiene el desagradable hábito de morder a una persona y no soltarla. En
EEUU, las cebras hieren a más cuidadores de zoológicos cada año que los
propios tigres. Las cebras también resultan prácticamente imposibles de
enlazar con una cuerda -incluso para vaqueros que ganan campeonatos de
rodeos capturando con sus lazos a caballos-, debido a su habilidad a
toda prueba para observar el extremo de la cuerda volando hacia ellas
para, a continuación, agachar la cabeza y esquivarla. De ahí que rara
vez (acaso ninguna) haya sido posible ensillar o montar una cebra, por
lo que el entusiasmo de los sudafricanos por su domesticación
desapareció.
(J. Diamond)
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[Gromov]
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