6 de marzo de 2014

El último de los Panero




El Desván. Burgos

León, abril 2011. Foto Carcedo





Era un hombre destruido que resultaba indestructible, un hombre que parecía que se estuviese muriendo desde hace décadas, por eso, amanecer hoy con la noticia de su muerte definitiva, sin aviso de tan avisada, nos ha dejado helados a todos aquellos que pusimos la mirada en él algunas veces. Lúcido y loco se tomaba siempre la molestia de ser Leopoldo María Panero, lo que se esperaba de él. Tierno, dolido y cruel. Cuenta su biógrafo mil y una chifladuras y su hermano, Michi, el pequeño, se asombraba de que además era longevo. Poco más les ha sobrevivido a sus hermanos. Ha resistido lo suyo no obstante dando batalla a toda clase de fantasmas y ahora queda abierta la puerta para que el mito crezca a sus anchas sin que incomode a nadie porque ya no está vivo, tal vez hasta sus libros queden libres de derechos sin herederos. Decía Michi en la segunda película, 'Después de tantos años’, que todos presumían de ser amigos del gran maldito pero que cuando se corría la voz de que a Leopoldo le soltaban del manicomio se iban a Civitavecchia. Ahora ya todos podremos decir que fuimos amigos del genio maldito y que vivimos en su tiempo aunque sólo hayamos sido figurantes ocasionales del escenario de destrucción que construía a su paso.

                                                                                                               B.M.C.



[perroviejo]

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