M A R Z O
Librería Galatea |
"¿Se puede, Don Leopoldo Herrero Valín?"
Con esa pose de cínico decimonónico entró
en Galatea el editor malabia.
Adentro, recorrían los estrechos pasillos
un antiguo jubilado de banca, vecino de la librería, y un joven con una bandolera
donde guardaba los años que le quitaba su look de bohemio.Con curiosidad de chamarilero
le seguí de lejos, si eso se puede decir en este trastero con libros. Ojeaba
pocos libros, -Días impares de Mercedes G. Rojo-, escogidos con mimo como si supiera que le estaban vigilando. Se
le veía que quería acercarse al púlpito del melancólico miserere pero su
elegante timidez o el barullo de los ultramarinos se lo impedían. El librero lo
llamó por su nombre y espantó con las
manos a los rastreros. "Venga dejadme trabajar, que dais más guerra que el cutre
de Leo Garduña".
Cuando nos quedamos solos nos puso sobre
el mostrador, como si fuera un viajante de calzados, las novedades de la semana.
El género despuntaba por sus cubiertas polícromas: una colección de haikus
japoneses (fotografiados por vokislav con su leica). El políglota del polaco, que teje su biografía con el silencio de los anaqueles vacíos, se acercó y con su voz de peaje y pensión leyó tres versos: Las noches son
breves / ¿Cuántos días más / aún por vivir? Shiki (1867-1902).
"No
están mal (Tinofc nunca habla bien de ningún libro porque se baja el listón) pero me
gustan más los haikus del dobladillo de Avelino, nuestro poeta de Chozas y
diarista provinciano, ahora que está de bolo alimenticio con los académicos en la capital".
Entró en escena el trapero rogándole al librero que traiga más libros de poetas de la tierra; no veía por ningún lugar el poemario premiado de Antonio Manilla, En lugar de mí; tampoco encontraba Los últimos pasajes a la diferencia de Bruno Marcos (Baile de Sol), ni de Tomás S. Santiago, Aldo Sanz, Víctor M. Díez... "Se te multiplica en las baldas el mosquito Leteo Vulgaris".
Leo pedía el turno para intervenir, pero
con lo que largó en la anterior visita
se le veía con miedo a escaldarse otra vez. Una joven, -más tarde supimos
que era su consorte-, asomó detrás de la columna de los libros de bolsillo y le dijo con una familiaridad que nos extrañó: "después no te quejes si te sacan
en el blog con esa imagen de malandrín avieso".Como un motor gripado fue
cogiendo carrerilla y al final el librero despegó con una batería de preguntas de las que
ya se sabía las respuestas: "¿Tenéis problemas técnicos en el blog? He visto algún post
que desaparece de un día para otro. ¿El índice de la Galerna es un fake? (con
acento cerrado de Oxford, que para algo estudió filología en esa Facultad). ¿Cuándo
vais a editar la segunda edición de Muero todos los días de Manuel Olveira? Me lo piden muchos turistas y algún
hipster cazurro. ¿Es verdad que va a colaborar en el Colmado el
periodista Juan Bonilla o es un chascarrillo del editor malalabia? No sabe donde se
mete; ya le avisaré que hay sitios mejores donde perder la fama que le dio el
Premio Biblioteca Breve".
"¿Esta semana no ha estado por aquí el futurista de La Linterna Roja ?", preguntó Karbajc. Leo se metió en su garita donde se puso a revisar las facturas de forma compulsiva, repetía una y otra vez como Jack Torrance: "Off the record, off the record, of the record"; el polaco, con su risa de raposa, nos lo traducía: no recuerdo, no recuerdo, no recuerdo.
Al trapero Larsen se le ocurrió el juego
de salvar del fuego un poema de algún libro del local. Al momento
Ocramalliv buscó la referencia literaria en Fahrenheit 451, una novela y una
editorial arruinada. Como el reloj del parking corría más que nosotros tuvimos
que dejar nuestro auto de fe pirómana para otro día. Leo se quejó: "me vais a
convertir la librería en una ludoteca. Lo próximo será traer a vuestro sobrinospig". El polaco Kein no pudo reprimir el impulso calambrino y salvó de las
llamas el poema Nadiuska de Hecho en Falta. El librero no estaba de acuerdo, pero no
se mojó por si había partes de guerra después de la cháchara.
Antes de irnos hicimos un repaso de lo que nos llevábamos: Facismo y literatura, Nadie vendrá a salvarnos (los dos que quedaban), Prohibido entrar sin pantalones, Un año en la otra vida, de Juan Mateo ("¿Esto es un diario?", exclamó uno del Torío); 100 poemas de Margarit, Consolación de melancólicos de F. Bejarano, Seré duda, AT (para regalar). De Antònio Gedeao Poemas póstumos (recomendación piadosa del librero).
Tal como está el negocio el Sr.Valín nos agradeció el desembolso colonial que le salvaba los últimos días del mes.
Limpió un cajón de catálogos, postales y libretas, y se las dio al editor malabia para su colección de papeles sueltos.
Sonó el carillón. Asomó
una cofrade de la Virgen
de los Libros preguntando por el programa de la Semana Santa. El librero le dijo que pasase la próxima semana, que le llegaría el pedido junto a las
novedades de Pre-textos.
Salimos a la calle donde comenzó el karaoke galateo. "Tengo, tengo tengo, tú no tienes nada, tengo una estantería recién lijada y una chapita de Manual de Ultramarinos para guillotinas de bacaladas", con esta coplilla del redil empezó el polaco. Vokislav enfundó su gorro andino y continuó con el cancionero popular: "Por el monte las sardinas, tralará, tralará, ahora que vamos despacio, vamos a cantar mentiras. Leo, -declarado lusófilo-, cantaba recitando como Saramago: "Em cada esquina, um amigo / Em cada rosto, igualdade / Grândola, vila morena / Terra da fraternidade". Desafinaba menos que cuando saca el peine y las tijeras para esquilar la vanidad de los escritores de casa. "Cuando era niño siempre respondía lo mismo a la pregunta: ¿qué quieres ser de mayor? Peluquero de señoras".
Aquí damos por terminada esta crónica
despeinada. Volveremos con la primavera como la violondrina.
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