Los Más Preclaros Especímenes de la Rastrosfera
II
Buitre
El caprichoso orden alfabético quiere que nuestro censo comience con la ficha de un ejemplar genuinamente rastrero, el gyps morraia. Por contra, su pariente falconiforme mexicano, el zopilote (coragyps eviscera), ocupa generalmente el último lugar en este tipo de repertorios. Madrugador por mala conciencia y falta de sueño reparador, acude con el crepúsculo matutino al carroñeo de desencajonamientos y desembalajes de todo tipo, si bien se pirra especialmente por la pulpa de papel, mejor si está cosido y encuadernado en cuero o pasta española. Aunque en realidad, para ser sinceros, no le hace ascos a nada, siempre que le salga barato. Con sus fuertes remos, de gran envergadura, aparta a las eventuales especies en competición (vide infra) en busca de acotar su parcela de nicho bibliológico. Si la feroz lucha darwiniana le fuerza a ello, también hará uso de su potente graznido, trufado de invectivas y rescoldos de pasadas jugarretas que su impronta animal retiene grabadas a fuego en recónditos compartimentos de su memoria.
El caprichoso orden alfabético quiere que nuestro censo comience con la ficha de un ejemplar genuinamente rastrero, el gyps morraia. Por contra, su pariente falconiforme mexicano, el zopilote (coragyps eviscera), ocupa generalmente el último lugar en este tipo de repertorios. Madrugador por mala conciencia y falta de sueño reparador, acude con el crepúsculo matutino al carroñeo de desencajonamientos y desembalajes de todo tipo, si bien se pirra especialmente por la pulpa de papel, mejor si está cosido y encuadernado en cuero o pasta española. Aunque en realidad, para ser sinceros, no le hace ascos a nada, siempre que le salga barato. Con sus fuertes remos, de gran envergadura, aparta a las eventuales especies en competición (vide infra) en busca de acotar su parcela de nicho bibliológico. Si la feroz lucha darwiniana le fuerza a ello, también hará uso de su potente graznido, trufado de invectivas y rescoldos de pasadas jugarretas que su impronta animal retiene grabadas a fuego en recónditos compartimentos de su memoria.
Es
éste un pájaro inmisericorde y jamás se le ha visto perder el tiempo en
escudriñar un vetusto legajo familiar, leer una vieja carta escondida en una
solapa o contemplar una antigua foto usada como marcapáginas. La biblialimaña desecha estos inservibles
restos de papel como pasto, antaño del polillaje y hogaño del reciclaje, remontando
entonces el vuelo en la medida que le permite su cargado buche transmutado en
mochila, morral o cartera congresual. Adicionalmente, en caso de sobrepeso tras
dar cuenta de sucesivas presas, hará uso de las socorridas bolsas de plástico que,
desde que las cobran, siempre lleva consigo conveniente y estratégicamente dobladas.
Aunque junto a él aparecerán sin duda otros congéneres de su calaña ("Dios los cría
y ellos se juntan"), es eminentemente un bibliodepredador solitario.
[Frenología:
dolicocéfalo con leve tendencia a la braquicefalia; hipertrofia parietal. Fisiognomía:
nariz corva, cañones por barba, ojos aviesos, boca salivosa, lengua áspera y
gruesa que gusta de masajear las encías.]
[por
Gromov, con apuntes del docto Spasavic]
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