Los Más Preclaros Especímenes de la Rastrosfera
XI
Monstruos Ultramarinos
El inconsciente colectivo medieval creía en la existencia de
seres ignotos y temibles que habitaban Allende los Mares. En esos parajes
inexplorados los cartógrafos escribían hic sunt dracones (“aquí hay dragones”) o dibujaban serpientes gigantes. Estas criaturas fantásticas
eran el ineludible fielato en la búsqueda y conquista de la lejana Terra Incognita (cf.,
entre otros, Ambroise Paré: Monstruos y prodigios;
y Vladimir Acosta: Viajeros y Maravillas).
Redivivos en el territorio mítico del Rastro, también campan aquí
a sus anchas los ultramarinos: animales de libro, monstruos que dan miedo
únicamente por su desconocimiento. Por primera vez salen a la luz.
- Bitabom: Innoble bruto, montaraz y elusivo donde los haya, tiene intereses bibliográficos exclusivos y sólo lidia con aquellos ejemplares que están en su onda. Tiene un exoesqueleto con más conchas que un galápago.
- Enseamanu: Fiera corrupia con latigosa lengua de siete colas que, Deo gratias, suele mantener envainada. Es implacable en todo tipo de transacciones de libro antiguo (que no viejo). Sólo es visible de perfil.
- Movgro: Alimaña verborreica de voracidad atroz. Nada desdeña (“no hay libro malo que no tenga algo bueno”).
- Nofcti: Dragón echahumos de grave continente. No deja títere con cabeza en lo que se refiere a la poesía y las vanguardias.
- Senlar: Bestia factótum que arrampla con todo, especialmente si de literatura alternativa se trata (“se los traga crudos”). Es inconfundible por su larga pelambre y sus desharrapados mitones.
[Frenología:
teratológica; Fisiognomía: salvajemente
humana].
[Gromov]
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