Melocotón por la vellambre fina,
melocotón por la suave hendidura,
melocotón por la dorada pulpa
que al diente igual que al paladar incita;
fruta más bien, mujer no todavía,
cuando el calor me la dejó desnuda
y la cubrí con la mirada rubia
de los más dulces ojos de mi vida.
Rondé toda esa noche el Paraíso
para guardarle el sueño. Haciendo guardia
me halló la aurora con su luz de lirio,
y cuando al sueño me rendí, en los árboles
la dulce fruta apenas maduraba
y no fui yo quien la cortó, fue un ángel.
(Uno de los sonetos de La Amada Muerta de Salomón de la Selva ilustrado con un dibujo de Zichy)
Una temporada en el infierno
Charlus & Jupien
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