El Rastro, primavera del 2013 |
Mi biblioteca no es para enseñar, tiene poco de admirable: es sólo lo que queda después de haber leído. No es una biblioteca: es el autorretrato de un lector.
En literatura nunca hay menú del día, siempre se come a la carta.
Pues no debería usted sorprenderse: todos los grandes hombres somos muy modestos.
Una inteligencia completamente lógica es como un cuchillo sin mango que hiere a quien lo utiliza.
Yo daría cualquier cosa porque mis próximos días fueran como el día de hoy, un día en el que no ha pasado nada que valga la pena recordar: dos o tres libros, el café con un amigo, el ajetreo multicolor de las calles, el helado en el parque... Nada, salvo la felicidad.
La poesía nace del deseo de lo imposible o del dolor de lo irreparable.
J. L. García Martín
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