La Copa del Rey. El Rastro, primavera del 2013 |
Cuando las instituciones retiran los libros por falta de espacio siempre van a parar a este rincón del Rastro llamado Reto. Esta vez llegaban con la maldición del sello (Donativo) en su primera página y una bendición para los mendicantes rastreros.
Los libros llegaban del Ayuntamiento que tuvo que ser desalojado, hace tiempo, por un incendio (tres mudanzas equivalen a un incendio). "¡Cuánta morralla!, gritó Larsen como un homenaje al ingenioso Amanuense. Aun así si uno rebusca en la basura puede aparecer un Picasso.
Tinofc, con su olfato de galateo, logró, encontrar algún ejemplar digno de ser nombrado en esta páginas: "Biblioteca de visionarios, heterodoxos y marginados".
Las malas compañías (siempre buenas consejeras) nos animaron a tentar la suerte río abajo, donde los desposeídos sólo saben del Ayuntamiento por las ordenes mareantes de los policías locales.
El Tendido 7 trajo una colección destartalada de la revista Mandos (literatura fantástica fascista). El Amanuense, como un elefante, entró en la cacharrería y escogió todos los ejemplares, apenas le dejó al Pescador unas migas (un par de flechas) para consolarse. Con los ejemplares en la mano y la candidez propia del principiante nos enseñaba las biografías de los monaguillos de Primo de Rivera que aparecían en el folletín del yugo. El exiliado Ocramalliv le señaló que no erán monográficos sino que eran distintos artículos con sus reverenciales soflamas al régimen. Con esta revelación al Psicoanalista le arruinó el día. El aguacil del Tendido sacando el pañuelo blanco agradecía a Larsen las fotos que le hacía a sus libros porque "desde que lo cuelgas en Tunti vendo más". "Fotografíame niño este tren de hojalata..."
En la farola de Corrientes se quejaba el Gaucho de que le habían birlado un cuadro valioso. "Después se lo venderán a la baronesa Thyssen a precio de saldo", le dijo un curioso madrileño.
Larsen se encontró con la cofradía del relojero Losada y, desde que se presenta como periodista del Diario, todos le sacan de los bolsillos la mercancía: pendientes charros, collares maragatos de zafiros, relojes barojianos y un espejo de martes de carnaval, para que los fotografie y los incluya en su catálogo de tesoros del Rastro.
Arrastrado por el suelo apareció el Ultraísta en el Desguace. Apañaba las biblias, los misales y devocionarios a dos manos. Nos contó que en Bembibre, a la salida del rosario, los vende como rosquillas a un precio de escandalo evangélico ("La pela es la pela", rezaba el catálan de Camponaraya.)
Recorrimos el Delta y el Arroyo llevados por la mano de la costumbre, nuestra fiel amiga. Messi nos saludó y nos dio la mano sabiéndose ya campeón de liga. Nadie le quitaba esa alegría porque lo que es vender no vendía nada.
Dimos la tradicional ronda mañanera en silencio, acostumbrados a ir escuchando, sin perder ripio, al mudo de Gromov (ausente en el día de autos). No era muy pronto pero encontrabamos todo cerrado, unos por falta de existencias (La licorería), otros por abastecimiento local (La furgodesván) y el resto empezaban a abrir presionados por la presencia de la mujer de Demóstenes (El Desengaño) o por la riada de gente que llegaba a la Boutique Calé.
En el medio del camino a Tinofc le salió una liebre: una edición hermosa de Blanco White, el periodista liberal moderado, y una resma de papel verjurado para posibles impresiones errantes; a falta de papel estraza se lo envolvieron con la portada del Marca donde asomaba el omnipotente y humilde Mou prometiendo el título de la Copa del Rey.
Con unas pipas y unas aceitunas negras nos fuimos a la Feria del libro para montarnos en la noria.
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